Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros
teníamos la tierra. Y nos dijeron: «Cierren los ojos
y recen». Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la
tierra y nosotros teníamos la Biblia.
Estos son tiempos de uniformidad obligatoria en
todo. Nunca el mundo ha sido tan desigual en brindar
oportunidades y tan parejo en los hábitos que
impone.
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para
cambiar lo que somos.
Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de
abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola
de la historia, no saben leer o no tienen con qué.
La utopía está en el horizonte. Camino dos
pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se
corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve
la utopía? Para eso, sirve para caminar.
La caridad es humillante porque se ejerce
verticalmente y desde arriba; la solidaridad es
horizontal e implica respeto mutuo.
El fútbol es la única religión que no tiene
ateos.