Hoy todo el mundo parece idéntico porque nadie
tiene tiempo para diferenciarse, ni siquiera tiene
tiempo para comprar.
Me he preguntado sobre cómo descubrimos la
belleza que reside en el interior de la gente, y las
extrañas maneras que el mundo tiene para hacer que
esta belleza salga al exterior.
Las máquinas sólo pueden ser producto de nuestro
ser, si examinamos las máquinas que construimos y la
cosas que metemos en ellas, tenemos un dato único y
fiable de cómo estamos evolucionando.
Sería deseable que todo el que quisiera
presentar su candidatura para un cargo pudiera
explicar por qué quiere ser candidato. El deseo de
ser candidato parece, por sí mismo, razón suficiente
para la exclusión.
La cosa tiene gracia porque se supone que la
diversidad es lo más moderno que hay pero, si uno
toma una muestra de ciudadanos, nunca lo diría.
Me he dado cuenta de que la mayoría de la gente
está demasiado preocupada con su propia vida para
dedicar a los demás el menor pensamiento.
Los ordenadores te enseñan algo importante, y es
que no tiene sentido recordarlo todo. Lo importante
es ser capaz de encontrar cosas.
En otro tiempo, intenté convencerme de que no
hay vida después de la muerte, pero me he
descubierto incapaz de hacerlo.
Y por un momento he sentido que a lo mejor una
idea es más importante que el mero hecho de estar
vivo, porque una idea vive mucho tiempo después de
que uno haya desaparecido.