Natureduca - Portal educativo de ciencia y cultura |
Nuestros dichos
No dar alguien su brazo a torcer / Dar alguien el brazo a torcer
A B C D E F G H I J L M N O P Q R S T U V Z
Decimos que alguien no da su brazo a torcer, cuando no cede en su empeño o en sus opiniones, o resiste con persistencia ante una presión. Ejemplo: "La negociación salarial está siendo muy dura, los sindicatos no dan su brazo a torcer", "El niño se enrabietó por una tontería pero su madre no dio el brazo a torcer hasta que paró de llorar".
Contrariamente, "alguien da el brazo a torcer" cuando cede, normalmente de mala gana y tras un periodo de resistencia, dejándose ganar. Ejemplo: "Íbamos ganando de 15 puntos de diferencia y al final el equipo contrario no tuvo más remedio que dar el brazo a torcer".
A veces también se aplica a alguien que se deja finalmente convencer ante los argumentos de un contrario. Ejemplo: "Me costó trabajo explicarle el porqué estaba equivocado, pero por fin dio su brazo a torcer".
La expresión procede del juego de fuerza conocido como echar un pulso, en el que dos contendientes, apoyando los codos sobre una mesa, entrelazan sus manos y tratan de doblar el brazo del contrario, perdiendo el que toca con su mano sobre la mesa.
Existe la creencia de que el dicho también podría tener origen en las torturas medievales, en que al reo se le retorcían los brazos con cuerdas o tornos con el objeto de obtener una confesión. En ocasiones, el torturado, fuera por ser inocente, por su fe, o por no tener conocimiento de lo que se le interrogaba, resistía a la tortura sin hablar, aunque en ello le fuese la vida.
Ver también:
A B C D E F G H I J L M N O P Q R S T U V Z