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El dicho de fundírsele a alguien los plomos, o las bielas, o tenerlas fundidas, se refiere a cuando una persona ha perdido las fuerzas o las ideas, o sufre un notable agotamiento. Ej. "Lo siento, pero ya no aguanto más. Ya se me han fundido los plomos. Me voy a casa".

A veces también se usa, sobre todo de forma figurada, con el sentido de trastornarse, perder la cabeza o volverse loco. Ej. "Yo creo que ya no sabe lo que dice, de tanto estudiar y estar encerrado en casa tantos días se le han fundido los plomos".

La persona que está en este estado "deja de funcionar", como el aparato al que se le queman los plomos (los fusibles), es decir, el dispositivo que detecta la sobrecarga de corriente eléctrica, o como la máquina cuyas bielas (las barras que transforman un movimiento de vaivén en uno de rotación) se funden o se estropean.

Por extensión, el término "Estar fundido", es estar muy cansado, agotado, sin fuerzas, como el aparato eléctrico que se ha fundido por alguna sobrecarga.

El plomo fundido de un fusible evoca el dicho que nos ocupa

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