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Cantos de sirena / oír cantos de sirena
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Oír cantos de sirena es sinónimo de algo aparentemente interesante y seductor, pero que se presupone lleva aparejado algún perjuicio. Ejemplo: "La supuesta subida de sueldo es un canto de sirenas, no nos creemos nada".
También usamos esta expresión para referirnos a una noticia que, aunque parezca magnífica, es sólo un rumor sin ningún tipo de fundamento. Ejemplo "Todos los periódicos han dado mucho crédito a esa información, pero no es más que un canto de sirenas".
Las sirenas, mitológicamente, estaban constituidas por el cuerpo de una hermosísima mujer en su mitad y el de un ave en su otra mitad, aunque hoy las representemos más con el cuerpo de pez en su mitad inferior. Vivían en el Mediterráneo, concretamente en el estrecho de Mesina. Se pasaban la vida entonando unos hermosos y melodiosos cantos que ejercían sobre los navegantes una atracción irresistible y fatal que les obligaba a dirigir sus barcos hacia la costa, lugar que nunca alcanzaban, pues las naves terminaban varadas y destruidas en los acantilados.
En el canto XI de la Odisea, Homero nos cuenta cómo Ulises consigue librarse del desastre al emplear un curioso y fácil sistema antisirena, consistente en tapar sus oídos y los de sus marineros con unas bolitas de cera y atándose al palo mayor del Argos. También hay que decir que el dios Orfeo echó una mano y contrarrestó con su dulce música los embaucadores cantos de las sirenas.
Ulises y las sirenas. Óleo de herbert James Draper
(1909)
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