Mitos y Leyendas - Mitología greco-latina: Dioses olímpicos: Hermes/Mercurio - 1ª parte
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Mitos y Leyendas

MITOLOGÍA GRECO-LATINA

Dioses olímpicos: Hermes/Mercurio - 1ª parte


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Naturaleza y hechos de Hermes

ermes (Mercurio para los romanos), es el mensajero de los dioses, y también deidad de variado culto. En la mitología griega era protector de pastores, viajeros y comerciantes; de los atletas y en consecuencia de los estadios y gimnasios; de la astucia, por lo cual era venerado por mentiroso y ladrones; entre otros cultos.

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Hermes atándose la sandalia, copia romana en mármol de un bronce de Lisipo (Museo del Louvre)

Cuando Hermes nació en el monte Cilene su madre Maya lo dejó envuelto en pañales en un bieldo, pero desarrollándose con una rapidez asombrosa se convirtió en un muchacho, y tan pronto como Maya volvió la espalda se escapó y fue en busca de aventuras. Llegó a Pieria, donde Apolo guardaba un hermoso rebaño de vacas, y decidió robarlas. Pero temiendo que lo descubrieran sus huellas, confeccionó rápidamente herraduras con la corteza de un roble caído y las ató con hierbas trenzadas a las pezuñas de las vacas, a las que luego condujo de noche por el camino.

Apolo descubrió la pérdida, pero la treta de Hermes le engañó, y aunque fue hasta Pilos en su búsqueda hacia el oeste, y hasta Onquesto hacia el este, al final se vio obligado a ofrecer una recompensa por la captura del ladrón. Sueno y sus sátiros, ansiosos por obtener la recompensa, se diseminaron en diferentes direcciones para descubrirlo, durante largo tiempo sin conseguirlo. Finalmente, un grupo de ellos pasó por Arcadia y oyó el sonido sordo de una música como la que nunca habían oído hasta entonces, y la ninfa Cilene, desde la entrada de una cueva, les dijo que un niño de extraordinario talento había nacido allí recientemente y que ella le hacía de niñera. El niño había construido un ingenioso instrumento musical con la concha de una tortuga y algunas tripas de vaca, y con ese instrumento había arrullado a su madre para que se durmiera.

Los vigilantes sátiros al ver dos cueros extendidos fuera de la cueva preguntaron quién le había dado las tripas de vaca, y Cilene les respondió si acaso acusaban de robo al niño. En aquel momento se presentó Apolo, quien había descubierto la identidad del ladrón observando el comportamiento sospechoso de un ave de largas alas. Entró en la cueva, despertó a Maya y le dijo severamente que Hermes debía devolver las vacas robadas. Maya señaló al niño, todavía envuelto en sus pañales y que fingía dormir, expresándole que era una acusación absurda. Pero Apolo, habiendo reconocido los cueros, tomó a Hermes, lo llevó al Olimpo y allí le acusó formalmente del robo, mostrando los cueros como prueba.

Fuentes: Robert Graves, Los Mitos Griegos; Isaac Asimov, Las palabras y los mitos; René Ménard, Mitología Greco-latina.

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