Lengua
SEMÁNTICA
El cambio semántico - 3ª parte
Tabú lingüístico y eufemismo
a palabra "Tabú" mas originaria del archipiélago de Tonga (Polinesia) que, a través del inglés, ha sido incorporada a las lenguas modernas y que quiere decir "sagrado, prohibido". Para los pueblos polinésicos el tabú consiste en la prohibición de realizar determinadas acciones, so pena de provocar pavorosas desgracias. Dichas acciones se refieren a ámbitos propios de la divinidad, como el templo y objetos de culto, el sacerdote o el rey en cuanto representante del dios, etc.
La convicción de que hay zonas de lo real que, siendo de enorme trascendencia para el ser humano, le están vedadas, ha sido, en realidad, común a todas las culturas, y, apoyada en otra creencia no menos fuerte --la de que las palabras son emanaciones directas y necesarias de las cosas, o incluso que palabra y cosa no pueden distinguirse-- ha determinado el tabú lingüístico: "prohibición"(en otros momentos de la historia, religiosa, en la actualidad imperativo socialmente aceptado) de emplear determinadas palabras cuyos significados suscitan temor o despiertan sugerencias penosas para los hablantes.
Así, suelen distinguirse varias clases de tabú lingüístico:
El tabú es una causa de cambio semántico porque, a pesar de que la palabra se sienta prohibida, la mención sigue siendo necesaria, y así otro término sustituye al que se considera tabú. Este nuevo término es el eufemismo (cuyo étimo griego quiere decir "hablar bien, decir palabras de buen agüero"), que, consiguientemente, incorpora al significado que tenía el que procede del tabú: "lavabo" el de "retrete", "alegre" el de "borracho".
Algunos eufemismos llegan a desaparecer y se
reemplazan por otros, por ejemplo, en los retretes, en que se sustituyen los
rótulos por imágenes
Son eufemismos palabras y expresiones como "posaderas", "impedido", "tercera edad", "hacer uno sus necesidades", "descansar en paz"; algunos son deformaciones fónicas de la palabra tabú, como "demontre", "rediez", "caray", "ostras", convertidas en interjecciones, y no todas de uso frecuente hoy en día.
En cierta medida, cada época, cada grupo social y cada situación tienen sus propios tabúes y eufemismos. Muchas veces la reacción ante el tabú no es la atenuación eufemística, sino el subrayado, entre humorístico y crudo, mediante lo que se llama disfemismos. Abundan los referidos al sexo, a lo excremental y a la muerte (que es, por ejemplo, "la pelona", como morir es "diñarla" y un muerto "un fiambre"), y que están presentes, sobre todo, en el lenguaje vulgar y coloquial.
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