LENGUA - ORTOGRAFÍA: Los problemas ortográficos - 2ª parte
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ORTOGRAFÍA

Los problemas ortográficos - 2ª parte


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Las "faltas de ortografía" (continuación)

La trasgresión ortográfica como recurso literario

a literatura es siempre, en mayor o menor medida, una trasgresión de la norma lingüística. Cada uno de los planos de la lengua, el fónico, el morfosintáctico y el semántico, suele aparecer en la literatura sistemáticamente violentado, ya que ésta busca la extrañeza y creatividad que le son propias. También la ortografía conoce esta ruptura de la norma, que no obedece a desconocimiento sino a variadas finalidades expresivas.

Así, por ejemplo, la peculiar ortografía de Juan Ramón Jiménez ("nostaljia", "jenio", "éstasis", "estraño") responde, más que a la pretensión de una escritura fonética, al deseo de elaborar una lengua propia, exclusiva y distinta. En las novelas realistas, las faltas de ortografía intentan reflejar peculiaridades del registro vulgar, coloquial o dialectal. Pero el recurso llega a la lírica: el poema de Blas de Otero una carta reproduce la que una muchacha escribe a su hermano en el servicio militar: plagada de faltas de ortografía, acentuación y puntuación, la carta se convierte en símbolo tanto de indefensión como de solidaridad humana. De modo similar, un poema de César Vallejo, al evocar la muerte de un miliciano en la guerra civil española: "Solía escribir con su dedo grande en el aire:/ "¡Viban los compañeros! Pedro Rojas"..."; el poeta encuentra en esa b la autenticidad y la pasión del heroísmo popular ("¡Viban con esa be del buitre en las entrañas / de Pedro / y de Rojas, del héroe y del mártir!").

En un fragmento de su novela Rayuela, Cortázar hace escribir a su protagonista con hache palabras que no la llevan: "Escribía, por ejemplo: "El gran hasunto" o "la hencrucijada". Era suficiente para ponerse a reír y cebar otro mate con más ganas. "La hunidad", hescribía Holiveira. "El hego" y el "hotro"." Lo cual le sirve para relativizar esas palabras y no sentirse apesadumbrado por ellas y por lo que significan, como expresa claramente la comparación final: "Usaba las haches como otros la penicilina."

Respecto a los signos de puntuación, cabe decir algo parecido: la literatura los usa con cierta libertad e incluso renuncia a emplearlos. He aquí un conocido poema de Juan Larrea:

Sucesión de sonidos elocuentes movidos a resplandor poema es esto y esto y esto

Y Esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy

Que existe porque yo existo y porque el mundo existe

Y porque los tres podemos dejar correctamente de existir

El recurso es habitual en la poesía contemporánea y no falta en la novela. Unas veces, para subrayar el carácter visual del poema en detrimento de su dimensión verbal temporal; otras, para sugerir varias lecturas (pues, por más que falten los signos gráficos que pausen el texto, es preciso hacer pausas en la lectura); en ocasiones, simplemente, para sugerir desorden y confusión.

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