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Lengua
EXPRESIÓN ORAL Y ESCRITA
La lengua escrita - 3ª parte
Socialización de la escritura (continuación)
l conocimiento o dominio de la lengua escrita ha sido siempre, sin duda,
desigual. Desde los orígenes, su posesión o su carencia han marcado la escisión
entre quienes son capaces de leer y escribir y quienes no pueden hacerlo.
Aquéllos han tenido acceso directo a los textos escritos en que muchas
sociedades han querido fundarse: el sacerdote es la figura clave, mediador entre
los dioses -que han inspirado los textos- y la comunidad. El ascenso social ha
ido ligado, en muchos casos, a la posibilidad de leer y escribir, formas de
conocimiento y de poder.
Se pueden encontrar formas de conocimiento que no descansan en la escritura ni en la razón, aunque en el mundo moderno lengua escrita y conocimiento son términos que se encuentran muy próximos. El conocimiento racional, la producción científica y técnica, la circulación de información que exige el mantenimiento del sistema social, sólo son posibles merced a la lengua escrita.
Los textos escritos, muy numerosos y diversos, tienen generalmente un destinatario colectivo; esto los distingue de los textos orales más característicos, las conversaciones entre interlocutores individuales. Un libro de historia, un periódico, un texto legal, un tratado científico o un poema, en modo alguno están escritos para un solo lector, sino para la colectividad en su conjunto o para determinados grupos más o menos diferenciados. Quienes los escriben son individuos de una cualificación especial y con algún tipo de representatividad (hablan "desde" la ciencia, el derecho, la política, la literatura...) que les hace distinguirse de los hablantes privados: son emisores privilegiados que toman la palabra en situaciones de comunicación específicas.
Leer y escribir
Leer y escribir son destrezas fundamentales en las sociedades modernas, que la enseñanza obligatoria ha generalizado.
Sin duda alguna, la lectura supone algo más que reconocer palabras, de la misma manera que el escribir rebasa los límites simplistas de alinear letras juntas. La comprensión y expresión justas se encuentran en la base de la lectura y la escritura.
Sin embargo, en nuestros días aparece un nuevo analfabetismo: el de quienes, una vez abandonada la escuela, no volverán a leer y escribir. Primero, porque no sentirán la necesidad de hacerlo; inmediatamente después, porque no podrán hacerlo.
La jerarquización social, la estricta separación entre trabajo físico y trabajo intelectual, la superespecialización, la preeminencia de lo audiovisual y el tipo de desarrollo tecnológico, son probablemente otras tantas causas de este analfabetismo. En este contexto, es suficiente con el nivel de destreza lingüística que permite responder a las necesidades del sistema y reconocer el discurso dominante en éste. Dicho exageradamente: entender instrucciones y aceptar argumentos.
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