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Historia y Arte
EL SIGLO XX
Pintura y escultura - 13ª parte
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Las vanguardias históricas (continuación)
El surrealismo
n 1922 Tristan Tzara hizo pública su Oración fúnebre por Dadá pero la herencia
de esta vanguardia no tardó en dar nuevos frutos y en 1924 André Breton
(1896-1966) sacó a la luz en el París de entreguerras el primer manifiesto
surrealista. El movimiento nació como una vanguardia literaria que, bajo el
influjo de toda la psicología freudiana, propugnaba un automatismo psíquico
mediante el cual la mente humana pudiera expresar todo cuanto contenía sin ser
mediatizada por la razón. Así, una de sus primeras manifestaciones fue la
denominada "escritura automática" como fórmula de máxima libertad expresiva.
Hay, por todo ello, en el origen del surrealismo, un fuerte interés por todo lo inconsciente, por lo absurdo del pensamiento no racional, por lo fantástico creado en el mundo de los sueños y por lo misterioso y mágico que hay en todo aquello que la mente puede producir al margen de la razón.
La integración de las artes plásticas en este "otro" mundo creado, o al menos soñado, por los primeros escritores surrealistas no tardó en producirse. En realidad, la historia. de la pintura ya había tenido claros precursores del surrealismo en artistas como El Bosco, algunos románticos como Fuseli o, ya en torno a 1915-1920, en la denominada "Pintura Metafísica" de Giorgio de Chirico (1888-1978) o Carlo Carrá.
La nueva vanguardia, lejos de establecer unos rasgos comunes de carácter técnico, temático o estilística, fue conformándose a partir de las distintas y personales aportaciones de cada uno de los pintores que cabe considerar como surrealistas. No obstante, es posible señalar en el seno del surrealismo dos corrientes diferentes, atendiendo a la actitud con la que se enfrentan a su obra los diferentes artistas.
Así, mientras unos mantienen el automatismo, ajeno a la razón, como punto de partida para la realización de su obra; otros prefieren el uso de unos métodos de análisis más o menos racionales para investigar su propia irracionalidad. En términos generales puede decirse que la primera postura condujo hacia un surrealismo próximo a la abstracción, mientras que la segunda se vinculó más a lo fantástico-mágico a través de la figuración.
Al primer grupo pertenecieron artistas como André Masson y Max Ernst (1891-1976) quienes introdujeron en su pintura elementos o técnicas sujetas al azar como complemento a su automatismo creativo. Así Masson utilizó como materia plástica arena que espolvoreaba sobre el lienzo y que sólo se fijaba en aquellas partes de la tela a las que automáticamente había aplicado cola.
Max Ernst, cuya obra dio lugar a fantásticos y desolados paisajes empleó una técnica inventada por él y conocida como "frottage" consistente en colocar bajo el lienzo materiales de superficies más o menos irregulares para después frotar el lienzo con pintura y obtener unas calidades que, a modo de estampación, resultaban de este proceso fortuito. Ernst también empleó el collage en composiciones que se aproximan más al análisis investigador del mundo onírico, algunas de las cuales, aún realizadas bajo el influjo dadá, son netamente surrealistas.
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