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Asociacionismo y movimientos proletarios (continuación)

 lo largo del siglo XIX los movimientos obreros adoptaron, pues, diferentes corrientes y tendencias, pero todas ellas se orientaron, de un modo u otro, hacia el asociacionismo.

La toma de conciencia del proletariado como clase obrera sometida se basaba en la comprensión de que, frente al individualismo del capitalismo burgués, tan sólo las posturas colectivas podrían ofrecer un sistema de defensa de los intereses proletarios. De ese modo el asociacionismo tomó las formas del mutualismo, el sindicalismo, el colectivismo o el comunismo y, cuando los intereses del capitalismo traspasaron las fronteras nacionales para hacerse internacionales, también los teóricos del obrerismo abogaron por una unión de las clases oprimidas de las mismas dimensiones.

Así, cuando en 1864 se fundó, en Londres y a instancias de Carlos Marx, la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores, AIT) se hacía realidad el grito de arenga con el que finalizaba el Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels en 1848: "¡Proletarios de todos los países, uníos!"

Marx y Engels: El Marxismo

La situación del proletariado del siglo XIX dio lugar a la aparición de numerosas teorías cuya pretensión fue la de dar solución a la problemática social que el sistema capitalista había generado. De todas ellas, el marxismo aparece como la respuesta más importante para la historia, la política y la cultura del siglo XX.

El punto de partida del pensamiento marxista estuvo en el idealismo de Hegel. En efecto, tanto Carlos Marx (1818-1883) como Federico Engels (1820-1895) fueron en sus años de formación neohegelianos convencidos del poder de las ideas y de la capacidad de éstas para transformar la realidad; razón por la que durante algún tiempo confiaron en las posibilidades de una política liberal. Ahora bien, Marx pronto consideró que el Estado, ni aun siendo de tendencia liberal traería consigo las reformas que darían solución a las desigualdades sociales creadas por el sistema económico burgués.

Estos planteamientos llevaron a Marx y a Engels a revisar la filosofía de Hegel y a deducir que el método (la dialéctica) y aun muchos de los planteamientos hegelianos eran aceptables, pero no así la concepción idealista que con ellos se obtiene. De ese modo, para Hegel las ideas (idealismo) están por encima de la realidad material y, por lo tanto, son causa del movimiento y de los cambios de esa realidad material; mientras que para Marx y Engels son las cosas materiales (materialismo) las que nos generan las ideas y, como consecuencia, éstas cambian cuando varían las condiciones materiales.

Esta radical diferencia de orientación en sus planteamientos filosóficos es la que hizo decir a Carlos Marx que: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo" ("Tesis sobre Feuerbach", undécima tesis). Nacía así lo que en el pensamiento marxista se denomina el materialismo dialéctico; es decir una teoría del conocimiento que serviría de fundamento a una teoría científica de la historia, el materialismo histórico. la utilización en ambos casos del término materialismo tenía como fin marcar su oposición con el idealismo.

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