HISTORIA Y ARTE - EL SIGLO XIX: Mentalidad y pensamiento - 2ª parte
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Historia y Arte

EL SIGLO XIX

Mentalidad y pensamiento - 2ª parte


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Liberalismo y mentalidad burguesa (continuación)

arece claro que estas nuevas concepciones del liberalismo fueron el fruto de la necesidad de una ideología sustentadora de la realidad económica y política impuesta por el ascenso burgués.

Del mismo modo la poderosa burguesía le fue dando forma a un modo propio de entender la vida, de cuyos ideales se desprendía una mentalidad específica que caracterizaba a sus miembros. El modelo fue establecido por la capa social más alta, la gran burguesía, pero se extendía hasta las denominadas clases medias en donde se adoptaban los usos y la mentalidad de la clase alta como elementos diferenciadores del proletariado.

Como punto de partida que explica esa mentalidad, reconocible tanto en el gran financiero como en el humilde administrativo, conviene recordar que estamos ante un sistema clasista en el que, al menos teóricamente, cualquiera podía llegar a lo más alto de la pirámide social. Todo dependía del trabajo y la capacidad de cada uno, por eso la mentalidad burguesa despreciaba a la aristocracia por ociosa e incapaz de crear riqueza; una riqueza que tan sólo es creada por el hombre, no ya por la tierra como decían los fisiócratas ni por los privilegios concedidos sin esfuerzo de la sociedad estamental.

El trabajo, el instinto de superación y la voluntad de éxito eran las fuerzas capaces de crear riqueza. La nueva mentalidad entendió que la teoría evolucionista con su principio selectivo, según el cual sólo los más fuertes de cada especie logran sobrevivir e imponerse, era un buen ejemplo de la lucha en la actividad económica, ya fuera financiera, productiva o comercial. Quizá por ello, para la mentalidad de la clase burguesa, no resultó vergonzosa la explotación de los más débiles, situación en la que no debieron sentirse culpables, sino simplemente los elegidos como más fuertes.

Con estos planteamientos no puede resultar extraño que los valores de la mentalidad burguesa fueran primordialmente materiales. El dinero, el deseo de lucro y de confort y la obtención del máximo beneficio con el mínimo esfuerzo (o mínimo gasto) fueron los motores de las dos grandes convicciones de la burguesía, esto es la idea de que tan sólo su mentalidad y forma de actuación conducían al progreso y de que éste era el resultado de la acción individual y no de la colectiva.

De su carácter de promotores del progreso eran buena muestra los numerosos inventos que revolucionaban la ciencia, los transportes o los modos de producción que, de un modo u otro, se desprendían de su actividad industrial o comercial.

Esa misma idea de progreso fue lo que llevó a la burguesía a implantar una nueva moda en el vestir caracterizada por lo práctico y lo sencillo y opuesta a todo el artificio inútil y caro de la moda del siglo XVIII. Otro tanto sucedió con la implantación de costumbres preocupadas por la higiene, con el interés científico por los viajes a países exóticos o con la facilidad con la que incorporaban a su vida personal y cotidiana cuantos inventos aparecían.

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