HISTORIA Y ARTE - EL SIGLO XIX: Introducción - 4ª parte
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Historia y Arte

EL SIGLO XIX

Introducción - 4ª parte


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Los grandes periodos del siglo XIX (continuación)

Cuarto y último periodo, desde 1871 (continuación)

a economía, relanzada por la denominada Segunda Revolución Industrial (1870-1914), supuso la aparición del comercio mundial y los intereses financieros transformaron el colonialismo en un auténtico imperialismo que hacía de Europa la dueña de más de medio mundo. No todos los países europeos lograron acceder a esa posición dominadora pues, mientras Gran Bretaña poseía un gran imperio marítimo, España perdía, en 1898, sus últimas colonias de ultramar (Cuba y Filipinas).

Toda esta compleja situación política, social y económica, no finalizó con el siglo, sino que se mantuvo en un equilibrio inestable hasta que, en 1914, tras una serie de conflictos de política internacional, se produjo el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Un modelo de progreso basado en el constante cambio

Aunque bien es cierto que la historia de la humanidad es un proceso en constante evolución, a partir del siglo XIX ese proceso se aceleró notablemente. Ello fue debido, en gran parte, a una serie de transformaciones de base que giraron en torno al aumento demográfico y a la Revolución Industrial y que dieron lugar a un proceso de cambio constante.

Esa capacidad renovadora pronto se consideró como un modelo de progreso que se oponía al estatismo que había caracterizado a las sociedades del pasado; hasta el punto de que el cambio continuo pasó a ser el estado normal de cualquier sociedad que se acomodaba a los nuevos tiempos.

El aumento de la población europea, iniciado ya en el siglo XVIII, se manifestó como un proceso de crecimiento progresivo. Ese crecimiento no estuvo provocado por un aumento de los índices de natalidad, que permanecieron más o menos estables, sino por un constante descenso de los índices de mortalidad.

Ese descenso de la mortalidad se produjo por un conjunto de factores diversos que actuaron interrelacionadamente. Las mejoras de las técnicas agrícolas permitieron alimentar mejor a la población y las mejoras en los transportes hicieron esa alimentación más variada, al posibilitar que los alimentos se consumieran lejos de las áreas de producción.

También los conocimientos de medicina y su aplicación masiva, así como la difusión de normas elementales de higiene, redujeron notablemente el riesgo de muerte; paralelamente, el crecimiento de la población fue suponiendo un progresivo aumento de las producciones y, por lo tanto, de los recursos, con lo que el auge demográfico se vio de nuevo favorecido.

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