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El sistema económico capitalista: teorías económicas

Introducción

s indudable que ya antes del siglo XIX todo tipo de empresas industriales o mercantiles necesitaron de capitales para poner en marcha sus negocios. Pero, el término capitalismo define un sistema económico que nació durante el siglo XIX, al amparo de la revolución industrial y de las teorías del liberalismo económico, y que ha pervivido hasta nuestros días, adaptándose a las circunstancias de cada momento.

Las premisas fundamentales del sistema son la propiedad privada de los medios de producción y la libertad del mercado.

Hasta el siglo XIX el bajo coste de las herramientas y, sobre todo, la posibilidad de autofabricarlas, había hecho que prácticamente cualquiera pudiera ser propietario de unos medios de producción. El mercado, por su parte, había estado sometido al control de los gremios y hasta el siglo XVII, con la aparición de los primeros teóricos del liberalismo económico y las manufacturas, el sistema gremial no fue considerado como un sistema anticuado que debía superarse.

Por lo que respecta a los medios de producción, la revolución industrial supuso la aparición de un nuevo modo de producción de objetos y mercancías, al introducir en las fábricas el maquinismo. Hasta entonces la producción industrial había sido artesana o cuando más manufacturera, pero en ninguno de los dos casos había precisado de la inversión de capitales que exigió la creación de fábricas dotadas de maquinaria. Fábricas y maquinaria fueron, por lo tanto, unos medios de producción cuyo elevado coste no permitió que fueran propiedad privada más que de aquellos que disponían del capital necesario para adquirirlos.

Liberalismo

Desde el punto de vista del mercado y una vez que el sistema de las manufacturas había superado la fase de la producción por encargo, propia del artesanado, al poner en el mercado importantes cantidades de un mismo producto, se comenzó a teorizar acerca de la necesidad de que existiera o no algún tipo de control sobre las producciones y el comercio, semejante al que, durante siglos, habían ejercido los gremios. La teoría que se impuso fue la del liberalismo económico, anunciada ya por los fisiócratas, a la que Adam Smith dio forma definitiva con su ley de la oferta y la demanda. Según ésta, los mercados se regulan por sí solos a partir de la tendencia al equilibrio entre lo que se necesita y lo que se ofrece.

Así pues, el proceso de industrialización y la consiguiente aparición de las máquinas limitó la posesión de los medios de producción a unos pocos, los poseedores de capitales, y los productos que salieron de sus fábricas tan sólo vieron limitada su actividad comercial por el juego de la oferta y la demanda. Se imponía así el capitalismo liberal.

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