Historia y Arte
LA EUROPA DEL BARROCO
Mentalidad y pensamiento - 4ª parte
Las nuevas concepciones del pensamiento
Los precedentes
l pensamiento filosófico del siglo XVII puede entenderse como la derivación lógica de los planteamientos renacentistas, que colocaban al hombre como centro del Universo y como principal motivo de interés de cualquier actividad humana. Ahora bien, durante el Barroco pueden establecerse dos líneas de pensamiento que se desarrollaron paralelamente y que se vincularon entre sí a través de muchos aspectos enriquecedores. Esas dos líneas estuvieron constituidas por lo que llamaremos el pensamiento científico y el pensamiento estrictamente filosófico.
Desde los inicios de la historia del pensamiento, ciencia y filosofía habían caminado unidas, en el sentido de que los hombres de ciencia fueron también los que se preocuparon por los problemas más trascendentales de la existencia humana. Durante siglos, esa doble preocupación estuvo condicionada por la religión y en el mundo occidental, más concretamente por la Iglesia cristiana; hubo, de ese modo, una fuerte supeditación de la razón con respecto a la fe.
El humanismo renacentista quiso olvidarse, sólo en cierto modo, de esa esclavitud y decidió colocar al hombre en un centro de interés que no consideraba las cuestiones religiosas. Ello trajo consigo la aparición de los primeros científicos no vinculados al pensamiento filosófico (trascendente) y la fundamental preocupación humanista por las capacidades del hombre. En ese marco surgieron pensadores que, aún marcados por la antigua filosofía griega, en parte redescubierta en esa época, tuvieron atrevimientos intuitivos, como la concepción infinita del Universo de Giordano Bruno, que entroncaban con la revolución científica que suponía la teoría heliocéntrica defendida por Copérnico. Pero Bruno y Copérnico seguían remitiendo su pensamiento a la Iglesia, al aristotelismo y al platonismo.
Mientras tanto se iba desarrollando la matemática y se seguía buscando un modelo de teoría del conocimiento que resultara útil y que fuera capaz de dar respuestas definitivas. De ello se ocupó Francis Bacon, quien propugnó una especie de empirismo experimentalista, en el que la razón actuaba como una simple constatadora de datos, pero que suponía un total alejamiento de los condicionantes religiosos.
En este estado de cosas se llegó al siglo XVII, en cuya primera mitad, dos genios del pensamiento universal, Descartes y Galileo, supieron, desligándose de las ataduras de la religión y de la antigua filosofía, generar una nueva filosofía y un nuevo método científico, teniendo como fundamento ambos la matemática y la capacidad razonadora del hombre. De este modo, la ciencia y la filosofía se unían de nuevo, pues Descartes, tomando de la ciencia el modelo matemático estableció la filosofía racionalista y Galileo interpretó el movimiento con un lenguaje matemático y con un método racionalista.
Como resultado definitivo, a finales del siglo, Newton revolucionó con sus geniales teorías la concepción que hasta entonces se tenía del Universo. Su ley de la "Gravitación universal" abrió una nueva era en el mundo de la ciencia y de la filosofía.
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