Historia y Arte
LA EUROPA DEL BARROCO
Manifestaciones artísticas - 12ª parte
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El arte barroco español (continuación)
La arquitectura (continuación)
lo largo de la primera mitad del siglo XVIII, las formas barrocas españolas se enriquecieron, dando lugar a algunas de las mejores obras del estilo.
Así, Pedro Rivera realizó la Fachada del Hospicio, de Madrid, el alemán Corrado Rudolfo proyectó la armoniosa Fachada de la catedral de Valencia, Jaime Bort la de Murcia, Figueroa la del Colegio de San Telmo en Sevilla y Fernando Casas Novoa la Fachada del Obradoiro en Santiago de Compostela.
En todas estas obras, la riqueza decorativa se logró mediante una auténtica acumulación de elementos tales como: columnas salomónicas, hornacinas, cartelas, molduras mixtilíneas, ménsulas, etc., dando con ello cierta sensación de que los retablos de los altares habían sido transformados en piedra para funcionar como fachadas.
Catedral de Murcia
La escultura
Fue exclusivamente religiosa y sus características más acusadas fueron el tratamiento realista y la utilización de la madera policromada como único material de trabajo.
La escultura española del barroco, auténtica imaginería, tiende con frecuencia al patetismo y a la representación hiriente del dolor con la intención de despertar un sentimiento místico entre los fieles; para ello, los Cristos se representaron bañados en sangre, que era minuciosamente pintada sobre la talla, o, a los rostros de las dolorosas se fijaban lágrimas de cristal que aumentaban el efecto de dolor. Esta tendencia a la exageración y al efectismo fue más patente en la escuela castellana, cuyo mejor representante fue Gregorio Fernández (Cristo yacente del Pardo, e Inmaculada).
Cristo Yacente, de Gregorio Fernández
La escuela andaluza, más preocupada por la representación de la belleza clásica, tuvo entre sus más destacados escultores a Martínez Montañés (Cristo de la Clemencia e Inmaculada de la catedral de Sevilla), Alonso Cano (pequeñas figuras de Vírgenes y Santos) y a Pedro de Mena (Sillería del coro de la catedral de Málaga y Dolorosas).
El éxito de muchas de las obras de estos artistas hizo que, con frecuencia, se vieran obligados a repetir el mismo modelo que era encargado una y otra vez.
Mención aparte merece la obra de Narciso Tomé, denominada el Transparente de la catedral de Toledo. Se trata de una auténtica puesta en escena efectista, en la que se mezcla la escultura con la pintura y la arquitectura.
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