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Historia y Arte
LA ALTA EDAD MEDIA
Las manifestaciones artísticas - 6ª parte
La arquitectura románica (continuación)
La planta
a más generalizada es la de cruz latina, pudiendo disponer el brazo mayor de
una, tres o cinco naves, mientras que el crucero (brazo menor) es de una o tres
naves. La cabecera se remata con ábsides que suelen ir precedidos de un tramo
recto (el número de ábsides varía mucho y depende del tamaño de la iglesia).
Los grandes templos de las rutas de peregrinación tienen, con frecuencia, una nave semicircular que partiendo de las naves laterales rodea el altar, es la girola, cuya misión era la de permitir un paso continuo de los peregrinos que iban a venerar las reliquias que se guardaban en las capillas situadas en los absidiolos; de esta manera no interrumpían el culto que se celebraba en el altar mayor.
Por lo general las plantas se someten a unas dimensiones organizadas a partir de determinados módulos (la anchura de las naves laterales debía ser, por ejemplo, la mitad de la anchura de la nave central). Ello da a los edificios cierta unidad que los hace aparecer como un todo organizado.
Los elementos de sustentación
Predomina el uso de pilares a los que frecuentemente se adosan columnas, dando lugar al pilar compuesto (a veces se alternan pilares con columnas). Sobre estos elementos se apoyan los arcos, siendo casi exclusivo el uso del arco de medio punto (media circunferencia) que se empleó tanto para sustentar la estructura, como para los escasos vanos (puertas y ventanas).
Cuando los arcos actúan como soportes de la estructura, suelen ser doblados (dos arcos superpuestos, siendo el interior más estrecho y actuando de refuerzo del exterior). En las puertas y en las ventanas, debido al grosor de los muros, se disponen series decrecientes de arcos (arquivoltas) apoyados en columnas, dando lugar a una disposición abocinada.
La cubierta
La más utilizada es la bóveda de cañón (de medio punto) que se refuerza con los llamados arcos fajones y que suele emplearse sobre todo para las naves centrales. Sus empujes son contrarrestados por contrafuertes en el exterior. Las bóvedas de las naves laterales son de arista. A veces, sobre las naves laterales, se construyen galerías o triforios que pueden estar cubiertos por medias bóvedas de medio punto que actúan, al apoyarse sobre el arranque de la bóveda central, como contrarresto de los empujes laterales de ésta.
Los ábsides se cubren con bóvedas de cuarto de esfera y cuando se construyen cúpulas (en el interior de los cimborrios o torres de crucero) el paso de la planta cuadrada de la base a la planta circular de la cúpula se realiza mediante trompas (arcos decrecientes en las esquinas) o, menos frecuentemente, mediante pechinas (triángulos esféricos), por influencia bizantina.
Los muros
El material de construcción más empleado fue la piedra de sillería. El ladrillo se utilizó en pocas ocasiones. Los muros resultan macizos y tienen pocos vanos y, por lo general, de pequeño tamaño (sobre todo en España). En ocasiones el muro se realiza en doble hilera quedando el interior relleno de piedras pequeñas, llamadas ripios. Adosados a las paredes exteriores se encuentran los contrafuertes, que contrarrestan los empujes de las cubiertas y que dan al exterior de los edificios una sensación de solidez, al tiempo que rompen la lisura de los muros.
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