Frases célebres
Gilbert Keith Chesterton - 3ª parte
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- La camaradería no es más que la mitad de la
vida: la otra mitad es el amor, una cosa tan
diferente de aquella, que podría uno imaginarse que
fue creada para otro universo.
- Los ángeles pueden volar porque se toman a sí
mismos a la ligera.
- La edad de oro retorna a los hombres cuando,
aunque sólo sea momentáneamente, se olvidan del oro.
- Solamente el bígamo cree de verdad en el
matrimonio.
- Una buena novela nos dice la verdad sobre su
protagonista; pero una mala nos dice la verdad sobre
su autor.
- El gran clásico es un hombre del que se puede
hacer el elogio sin haberlo leído.
- Ningún hombre debería escribir a no ser que
estuviese convencido de que él está en posesión de
la verdad y otro hombre está en el error.
- Optimista es el que os mira a los ojos,
pesimista, el que os mira a los pies.
- El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo
el optimista sabe extrañarse del mal.
- La función esencial de la lisonja es lisonjear a
las personas por las cualidades que no poseen.
- Nunca pude admitir una utopía que no me deje la
libertad que yo más estimo: la de obligarme.
- Es menos desagradable ver mendigar un pobre que
un rico. Y un cartelón de propaganda es un rico que
mendiga.
- Sentir que se ríe de nosotros algo al mismo
tiempo inferior y más fuerte que uno es espantoso.
- La cosa más práctica e importante en un hombre
es su concepto del Universo.
- El miserable temor de ser sentimental es el más
vil de todos los temores modernos; más vil aún que
el terror que ha dado origen a la higiene.
- Al hombre de cada siglo le salva un grupo de
hombres que se oponen a sus gustos.
- "Divertido" no es lo contrario de "serio".
"Divertido" es lo contrario de "aburrido", y de nada
más.
- No existe el placer allí donde no existe más que
él.
- Cuanto se hace con prisa queda enseguida pasado
de moda; por eso nuestra civilización industrial
moderna ofrece tan curiosas analogías con la
barbarie.
- En el mundo moderno, la libertad es lo contrario
de la realidad; pero es sin embargo su ideal.
- Donde acaba la biología comienza la religión.
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