Frases célebres
François de La Rochefoucauld - 1ª parte
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- Perdonamos fácilmente a nuestros amigos los
defectos en que nada nos afectan.
- Más traiciones se cometen por debilidad que por
un propósito firme de hacer traición.
- La debilidad de carácter es el único defecto que
no se puede enmendar.
- La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde
a la virtud.
- Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para
los demás, que al final nos disfrazamos para
nosotros mismos.
- Los apellidos famosos, en lugar de enaltecer,
rebajan a quienes no saben llevarlos.
- Lo que hace que la mayoría de las mujeres sean
tan poco sensibles a la amistad es que la encuentran
insípida luego de haber probado el gusto del amor.
- El deseo de parecer listo impide el llegar a
serlo.
- El mundo recompensa antes las apariencias de
mérito que al mérito mismo.
- Todos poseemos suficiente fortaleza para
soportar la desdicha ajena.
- La verdad no hace tanto bien en el mundo como el
daño que hacen sus apariencias.
- La confianza sirve en las conversaciones más que
el ingenio.
- Aunque los hombres se jacten de sus grandes
acciones, muchas veces no son el resultado de un
gran designio, sino puro efecto del azar.
- Amamos siempre a los que nos admiran, pero no
siempre a los que admiramos.
- Hay reproches que alaban, y alabanzas que
reprochan.
- La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de
muerte, todos los placeres de la juventud.
- Las personas afortunadas se corrigen poco: Creen
tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su
mala conducta.
- El medio más fácil para ser engañado es creerse
más listo que los demás.
- A los viejos les gusta dar buenos consejos, para
consolarse de no poder dar malos ejemplos.
- El orgullo, que nos inspira tanta envidia, a
menudo nos sirve también para moderarla.
- Un amigo verdadero es el más grande de todos los
bienes y el que menos nos cuidamos de adquirir.
- Con frecuencia nos avergonzaríamos de nuestras
más hermosas acciones, si el mundo supiera todos los
motivos que las producen.
- Cuando nuestro odio es demasiado profundo, nos
coloca por debajo de aquellos a quienes odiamos.
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