Nuestros dichos
Andar a dos velas / Estar a dos velas / Quedar a dos velas / Dejar a dos velas
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Decimos que alguien anda, queda o está a dos velas cuando se halla sin dinero ni recursos de ningún tipo. Ejemplo: "No consigo ahorrar ni un céntimo, a final de mes siempre me quedo a dos velas". También se aplica cuando alguien deja a otra persona en esa indeseable situación, ejemplo: "Menudo timador ese tipo, le propuso a Juan un negocio inmobiliario muy rentable y lo dejó a dos velas".
La explicación del origen del dicho es realmente compleja, ya que entra en juego la polisemia, los muchos significados, de la palabra vela. Se estiman varias fuentes:
1) Antiguamente, los juegos de cartas ilegales se solían celebrar al amparo de lugares oscuros; el jugador que llevaba el control de la banca, solía tener junto a él dos velas para poder contar el dinero. Si algún jugador conseguía dejar sin dinero a la banca, se decía que la había dejado a dos velas, o que la banca se había quedado a dos velas.
2) Otra explicación posible para la locución, procede del hecho que en las iglesias, tras la misa, se apagaban todas las velas excepto dos que se mantenían siempre encendidas delante del sagrario; es decir, el sagrario se quedaba literalmente "a dos velas".
3) Las actividades marineras son muy socorridas para dar explicación a muchos dichos, y de hecho existe un amplio repertorio de expresiones que nacen en el ámbito de la mar. En este caso, una labor obligada en los barcos de vela cuando se aproxima o entra un temporal, es reducir el velamen o el número de palos que despliegan las velas. El barco que navega con sólo dos velas, lo hace lenta y fatigosamente, con gran dificultad para ganar barlovento.
4) Finalmente, no puede obviarse el término coloquial de andar con dos velas, en referencia a los mocos que, como si fueran gotas de cera, cuelgan de la nariz de los niños, y que frecuentemente va asociado a los niños en situación de pobreza y desamparo. Además, cuando decimos que alguien está a dos velas, solemos con un gesto llevarnos los dedos índice y corazón a la nariz y deslizarlos hacia los labios, imitando la caída de las "velas". Habitualmente utilizamos ese gesto cuando deseamos indicar que estamos sin dinero, el cual debió nacer con posterioridad, cuando esta expresión comenzó aplicarse a quedarse sin recursos económicos.
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