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Origen/distribución: Nativa de Brasil, América Central
Familia: Tropeoláceas

as capuchinas, en todas las especies del género, unas anuales, otras perennes, se cuentan entre las plantas más resistentes y de más fácil cultivo. Crecen rápidamente y se emplean como tapizantes las especies de porte bajo o como trepadoras las de porte alto.

Capuchina (Tropaeolum majus)

El género Tropaeolum comprende unas 90 especies originarias de América Central y del Sur, donde muchas de ellas son plantas perennes de raíces fusiformes o tuberosas. Todas ellas tienen hojas carnosas, alternas, enteras y redondeadas o divididas y flores axilares, de muy diversas formas, tamaños y colores, según las especies y variedades, entre las que se encuentran también aromáticas.

Tropaeolum majus puede considerarse la más agradecida de las trepadoras. Llega a alcanzar 4 m de altura y también se utiliza como planta colgante en decoración de ventanas y balcones. SE presenta en muchas variedades, entre ellas "Jewel" y "Whirlybird", con flores largamente pedunculadas, y "Gleam". Dan flores de color rojo, naranja o amarillo.

Menos altura alcanza T. peregrinum, también llamada T. canariense, aunque procede de Perú, por la coloración amarilla de sus flores. Esta especie prefiere algo de sombra. Una de las especies cubrientes es T. minus, de unos 40 cm de altura y flores grandes.

Curiosamente, las hojas de estas plantas se pueden consumir crudas en ensalada, solas o acompañadas de lechuga, pues son altamente vitamínicas. Las semillas, preparadas en vinagre, sirven también como aderezo.

Reproducción/cultivo/otros datos de interés

Las especies anuales se pueden reproducir por semilla, que germina sin ninguna dificultad, incluso aunque se siembre descuidadamente. Se arroja la semilla en el terreno de asiento en la época templada. Cuando salen las plantitas, se realiza un aclareo para dejar una distancia entre ellas de unos 30 cm.

Las especies perennes se multiplican por división de mata durante el periodo frío en que la planta descansa.

Salvo T. canariense que necesita una tierra fértil, las demás especies se conforman con cualquier terreno, siempre que sea bien drenado. Un sustrato rico produce en las plantas un follaje en exceso abundante en detrimento de las flores, que quedan ocultas.

Estas plantas, salvo la excepción ya apuntada, necesitan una exposición soleada. Aman los climas templados. Los riegos deben ser escasos. No conviene proporcionarle mucha agua, pues la planta se va quedando raquítica y llega incluso a sucumbir.

Hay que prevenir siempre el ataque de orugas de cualquier especie, que se muestran muy glotonas de las hojas carnosas de estas plantas.



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