El pequeño principado de Liechtenstein se halla situado entre Suiza y Austria (bajo el Lago de Constanza). País de habla germánica, a pesar de su pequeñez, representa diversos matices dialectales entre sus once municipios. Por suerte, además de emplear el idioma materno, también es fácil hacerse entender en francés, inglés o italiano entre su población que vive abocada al turismo y de las posibilidades que da su condición de paraíso fiscal.
De acuerdo con las investigaciones y excavaciones realizadas en su territorio, estuvo habitado desde el período neolítico. A partir del 800 antes de Cristo se establecen los réticos y en el año 15 es conquistado por los romanos que establecieron sus vías de penetración sur-norte. Restos de este pasado fueron hallados en zonas excavadas de Schaanwald y Nendeln. El cristianismo penetraría en el siglo IV con el evangelizador san Lucio (más del 80% de su población es católica). Posteriormente pasó a pertenecer al Ducado de Alemania (formando parte del Condado de la Retia Inferior), de donde saldrán los dos señoríos de Vaduz y Schellenberg gobernados por cuatro eminentes familias: los Condes de Wendenberg-Vaduz, los Barones de Brandis, los Condes de Sulz y los Condes de Hohenems. En 1699 el príncipe Johann Adam de Liechtenstein compra la señoría de Schellenberg y en 1712 el condado de Vaduz. En 1719 se unían ambos territorios y nacía el liliputiense principado alpino. La dinastía de los príncipes (antes Condes de Liechtenstein) es una de las más antiguas de Austria, ya son citados en documentos de 1130. En el XIII se dividió en dos ramas: Liechtenstein-Muran (la de estiria) y Liechtenstein-Nikolsburg (la morava), esta segunda es la que se haría con los destinos del principado al adquirir los territorios en 1699 mediante la entrega de 250.000 florines que le dieron derecho de voto en la Dieta de Suabia.
La herencia de estas señoríos (dependientes del Imperio Germánico) dio lugar a un puesto y un voto en el Consejo de Príncipes. El Emperador Carlos VI dio carta de naturaleza al principado el 23 de enero de 1719 a favor de su fiel servidor Anton Florian. En 1806 Napoleón crea la liga de 16 estados encuadrados en la Confederación Renana, reconocido como protector, garantizaba formalmente su independencia. De esta peculiar forma alcanzaba su soberanía y estrechaba sus lazos con Alemania hasta el año 1866, con Austria (imperio austro-húngaro) y, finalmente, en 1923 con Suiza, país con el que firmaba un acuerdo aduanero y al año siguiente declaraba oficial el uso de la moneda suiza dividida en 100 rappen (céntimos). En 1978 ingresa en el Consejo de Europa, en 1990 en la ONU, en 1991 en la EFTA y, en 1995 en el Espacio Económico Europeo. El régimen político es de monarquía constitucional hereditaria por línea masculina, su parlamento está compuesto por 25 diputados que tienen un mandato de cuatro años y está regido por la Constitución del 5 de octubre de 1921.
El principado se divide en Oberland (País Alto que corresponde al antiguo Condado de Vaduz) y Unterland (País Bajo que sería el Señorío de Schellenberg). La capital se localiza en Vaduz que cuenta con poco más de 5.000 habitantes. Justo encima del Museo Postal puede verse el esbelto castillo principesco que se yergue, desafiante, ante las imponentes montañas alpinas circundantes, su máxima altura está en Grauspitz con 2.599 metros. Tiene 160 km2 y sus 30.000 habitantes se distribuyen en once municipios que, si no fuese por lo accidentado de sus montañas, se podrían andar en una jornada: 25 kilómetros de largo por seis de ancho, donde pueden obtenerse todos los servicios que la Europa del ocio demanda.
LIECHTENSTEIN, EL CORREO Y LA FILATELIA
El principado comenzó a utilizar sellos propios en 1912, hasta esa fecha sus oficinas postales emplearon los del imperio austro-húngaro a donde tendremos que recurrir si nos interesa ampliar nuestra colección con piezas (escasísimas) canceladas en aquella época en sus liliputienses oficinas de correos que dependían del Servicio Postal Austriaco hasta 1921. En este primer período de nueve años, los sellos del principado se emitieron en coronas y céntimos (Krone y heller) con gran similitud a los utilizados por Viena. El honor para sus primeros signos postales fue para Juan II, el escudo nacional y, en 1920, vistas y castillos de otras zonas del territorio. Hasta los dos sobrecargados en moneda suiza del 1 de febrero de 1921, habían sido puestos a la venta un total de 44 sellos, conjunto que alcanza un buen precio. Precisamente el sobrecargado empleado el primer día de vigencia del acuerdo con la administración postal suiza es un valor clave en franqueo postalmente circulado: alcanza la nada despreciable cifra de un cuarto de millón de pesetas (variedad de sobrecarga gruesa), justo la mitad si es sobrecarga fina siempre y cuando la pieza sea auténtica y circulada el primer día, algo que en ocasiones no ocurre con algunas piezas de “dudosa autenticidad”.
El servicio postal es una de las instituciones más conocidas y respetadas por la ciudadanía del pequeño principado alpino, tanto que sus habitantes cuando aluden al mismo, se refieren como “nuestro correo” que en la actualidad lo componen unos 350 empleados que dan vida a un servicio que, a pesar de los tiempos modernos, todavía sigue siendo vital, sobre todo para los habitantes de los núcleos rurales y montañosos.
Cuando uno llega a Vaduz desde Suiza, se topa con un moderno y funcional edificio donde el correo presta sus servicios, frente a él encontraremos también el coqueto museo en donde también hay material filatélico e histórico de gran interés para el visitante que cultive la parte filatélico-postal.
Durante el 2009 se honró al servicio postal con una serie de tres efectos que simbolizan la entrega de unos funcionarios que con el roce diario se convierten en familiares visitantes de la mayoría de hogares del principado.
Hasta la última emisión de diciembre de 1999 habían aparecido casi 1150 sellos con una media anual de unos 15 sellos que se agrupaban en cuatro días de emisión al año (uno por trimestre) que rara vez se modificaba. Generalmente son impresos en la Imprenta Estatal Austriaca y en la famosa Courvoisier de Suiza según sean las técnicas empleadas para su confección. El valor más alto recientemente emitido estaba dedicado a su evangelizador san Lucio que apareció junto a san Florino y la Virgen: 20 francos (algo más de 2100 pesetas al cambio, puede convertirse en valor clave de su filatelia moderna a medida que nos alejemos de la fecha de emisión).
Aunque parezca increíble, con tan pocos sellos emitidos, uno puede encontrar ejemplares para incluir en cualquier temática. Sus sellos cautivan al más profano y si viaja por la región se sorprenderá de la cantidad de establecimientos que le incitan a comprar sus peculiares recuerdos “rectangulares”. La filatelia es uno de los capítulos que reporta más ingresos a las arcas principescas y su administración postal cuidaba con esmero su política emisora hasta la privatización de los servicios ha dado un salto cualitativo y cuantitativo que si no rectifican pueden llevarlos al triste récord de determinadas administraciones postales del Tercer Mundo inmersos en el mundo de la especulación y prácticamente nulo valor filatélico. Un flaco favor para uno de los países más coleccionados y conservadores del continente que se pasa al otro lado de la balanza: nadie escarmienta en piel ajena y cuando un coleccionista deja de lado el sello, lamentablemente, será muy difícil recuperarlo.
www.philatelie.li | briefmarken@post.li haslern@post.li |
Juan Franco Crespo |