Con 49.036 km², enclavada en el centro de Europa entre Polonia, República Checa, Austria, Hungría y Ucrania; es un país eminentemente montañoso que nació tras separarse de Checoslovaquia, aunque tiene raíces históricas y profundas señas de identidad forjadas a lo largo de los siglos. Apenas sobrepasa los cinco millones de habitantes que se caracterizan por ser un pueblo eminentemente rural; sólo una decena de ciudades supera los 50.000 habitantes, siendo Bratislava, su capital, la más poblada.
El país inició un proceso homogeneizador étnico-lingüístico tras la independencia que puede acarrear tensiones; la presencia húngara puede que en el futuro cree graves problemas internos si juzgamos lo que sucede por otras latitudes en donde se trata de imponer un solo idioma, especialmente cuando se trata de valorar los derechos de sus gentes y hacerse respetar, situación de minorías que muchas veces quedan marginadas por los políticos de pueblos emergentes lingüísticamente hablando; a su favor juega la mayoría de la población que profesa el catolicismo, aunque el agnosticismo de la etapa comunista todavía tiene un peso significativo en la sociedad eslovaca.
El nacimiento del cristianismo y la historia común dentro del imperio austrohúngaro configura la idiosincrasia de toda Centro Europa y la región tenga similares características hasta el final de la I Guerra Mundial cuando la dinastía de los Habsburgo en 1918.
La historia de checos y eslovacos fue prácticamente déntica hasta 1993 cuando se separan ambos territorios a petición de Eslovaquia [curiosamente aquí el proceso fue diferente a como sucede en la mayoría de los casos: el más pobre decide irse y el más aventajado se opone a ello, quizás esa sea la respuesta a una independencia totalmente pacífica].
El Danubio había venido siendo una frontera natural que separaba el mundo romano del resto de los pueblos europeos; la región de Bohemia y Moravia estuvo habitada por pueblos de origen celta [boios] y en la zona de Eslovaquia los “cottini”. Con el inicio de la era cristiana en la parte de la actual República Checa se instalan los marcomanos y los cuados en el actual estado eslovaco. En el VI llegarán tribus eslavas y en el IX los misioneros procedentes de Salónica: Cirilo y Metodio evangelizaron la región que en aquella época se conocía como Gran Moravia, les enseñan la primera escritura eslava o cirílica.
El rey Esteban el Grande anexionó Eslovaquia a Hungría en 1025 y esta dominación fue acentuando la diferencia entre checos y eslovacos, aunque ese hecho también hay que buscarlo en el origen de sus habitantes: alemanes y húngaros fueron los que colonizaron las ciudades eslovacas. El cristianismo fue por tanto el germen aglutinador y el que hizo que todos los pueblos tuvieran una expresión civilizadora común que no dejó de estar condicionado por pueblos germánicos, sobre todo en derecho y costumbres.
Personajes como Carlos IV y Jan Hus configuran uno de los momentos más sobresaliente de esta región centroeuropea antes de la llegada de los Habsgurgo que acaba con la independencia y el destino común de todos ellos hasta 1918 como hemos citado anteriormente. Ese pasado pesa en la historia de este pueblo que vio su renacimiento cultural en el XVIII bajo el reinado de San Wenceslao, pero fue Tomas Garrigue Masaryk (1850-1937) el que consiguió que se reconociera a los checos y eslovacos el derecho a constituirse en estado independiente tras el pacto de alianza firmado el 30 de mayo de 1918 en Pittsburg (Estados Unidos).
Los checos juegan fuerte y no respetan el pacto de autonomía para Eslovaquia y el párroco Andrej Hlinka será acusado de separatista y encarcelado meses después [moriría en 1938 y no vio cumplido su sueño de una Eslovaquia independiente], en las elecciones legislativas de 1925 el Partido del Pueblo Eslovaco (HSL’S) se alzó con la victoria.
Las tensiones se agravaron en el año de su muerte y los acuerdos de Munich provocaron no sólo la presencia alemana en Bohemia y Moravia, sino la encrucijada para que el pueblo eslovaco sea independiente [pero vasallos del Reich] o sea repartido entre Alemania, Polonia y Hungría. Monseñor Jozef Tiso proclamaba, en la dieta eslovaca, el 13 de marzo de 1939 la independencia; Hungría y Polonia aprovecharon para hacerse con una parte del territorio.
Durante la II Guerra Mundial la Resistencia Nacional Eslovaca se agrupa e inicia sus acciones contra el ejército hitleriano, su cuartel general se instala en Banska Bystrica [centro geográfico del país] e inicia sus ataques, libera algunas poblaciones, se hace cargo de las instituciones, crea su emisora de radio, diarios, sobrecarga los sellos, nacen diferentes partidos políticos en la clandestinidad hasta que el 28 de octubre de 1944 se reprime duramente la resistencia y se acaba con el levantamiento más grande de su tiempo [sólo fue superado por el heroísmo de los habitantes judíos del gueto de Varsovia], una parte de los resistentes se refugió en las montañas y continuó combatiendo hasta la llegada de las tropas soviéticas al famoso Desfiladedro de Dukla y se logra la liberación definitiva en 1945.
Tras el armisticio firmado en París (1947), Eslovaquia recupera parte del territorio que se había anexado a Hungría y Polonia, pero pierde la parte subcarpática que se integra en lo que actualmente conocemos como Ucrania. De nuevo está unida a Checoslovaquia bajo un sistema federal que se mantiene hasta que se inicia el desmantelamiento del sistema comunista y con la llegada de la independencia se sucederá también la fragmentación del hasta entonces monolítico Telón de Acero.
En 1989 los acontecimientos se precipitan, cae el Muro de Berlín y se organizan las primeras elecciones libres en 1990. Dos años más tarde (septiembre 1992) el Consejo Nacional Eslovaco da vida a la Constitución y el 1 de enero de 1993, de forma pacífica, Bratislava se separa y nace el país que hoy conocemos como República de Eslovaquia. La II República ha supuesto grandes retos y privaciones para los eslovacos, incluso algunas minorías han pretendido alcanzar su autonomía, pero todos han pagado un alto precio que se ha traducido en una alta inflación (a veces superó el 23% anual) que acabó siendo explosiva para un pueblo acostumbrado a estrecheces. Recientemente la Unión Europea ha pretendido subir las tarifas de la energía y, los políticos eslovacos, han dicho que no, ya que los salarios son de risa respecto a los del Oeste de Europa; que hasta que no se alcancen los mismos, la energía no estará liberalizada: un pulso que no sabemos cómo acabará, pero al menos demuestran mucho más coraje que el que en su día negociaron los políticos españoles con Bruselas. Tenemos precios europeos y salarios tercermundistas, por no decir que nuestra vivienda es de las más caras de Europa que, además, cuando acabas de pagarla ya estás en el umbral de tu vida y después los hijos tienen que volver a hipotecarse por obra y gracia de los impuestos que gravan las herencias [al menos en Cataluña].
Integrada en la Unión Europea, Bruselas dio luz verde para que el 1 de enero de 2009 comience a circular el euro. Eslovaquia será el primer país del anterior bloque comunista (soviético) que se integra en la eurozona. Los prebostes del BCE andan preocupados por la inflación, pero en realidad miran hacia otro lado cuando esa inflación hace estragos en las clases medias del continente y no paran de “cohesionar” por decreto, pero pierden los nervios cuando algunos acuerdos europeos son rechazados en las urnas por la ciudadanía o bien los parlamentos se arrogan una representatividad que en la práctica no tienen y se asustan de someter esos debates a sus respetivos ciudadanos, sin embargo siempre se llenan la boca con la palabra democracia.
HISTORIA POSTAL Y FILATÉLICA
El país, situado en una encrucijada de caminos en Europa Central, padeció las consecuencias directas de esa privilegiada posición geográfica. Nada extraño que como frontera fuera una pieza codiciada por las potencias vecinas.
Postalmente hablando la historia va unida a la del imperio austrohúngaro. En 1938 algunas partes del territorio serán ocupadas por los ejércitos de Polonia [cuando éste país cayó en 1939, Eslovaquia recupera las zonas de Spiš, Javorina y Orava] y Hungría ocupó los denominados Cárpatos ucranianos; pareja al estado Checoslovaco hasta que el 14 de marzo de 1939 proclama su independencia y se sobrecargan los sellos existentes en sus oficinas de correos como Slovensky Stat. No está de más recordar que algunas se realizaron manualmente y sobre la marcha [también hay apócrifas con el único objetivo de sorprender al incauto o bien de una escasa tirada y sumamente raras en el mercado filatélico], el 21 de julio siguiente declaraba su régimen republicano.
En abril de 1939, aparecía la primera serie básica con la inscripción Slovenská Posta, con la figura del padre Hlinka, un motivo bastante recurrente y pieza clave en la historia eslovaca moderna, finalmente, Slovensko denominación que actualmente tienen sus sellos tras haber recuperado la independencia a finales del siglo XX.
Personalmente una de las estampillas de este período que me atrae es la de Josef Murgas, la emitieron en septiembre de 1939, se trata del sacerdote que acabó en los Estados Unidos, pieza clave en la historia de la radiodifusión en esta zona de Europa o en la región norteamericana en donde residió (faciales de 60 y 120 haleru o 0,60-1,20 coronas).
En aquel primer período [hasta 1945] habían aparecido poco más de 200 sellos (40 por año aproximadamente, centrados en la propaganda nacionalista). Después de ese año cualquier motivo eslovaco tendremos que buscarlo en sellos checoslovacos Actualmente mantiene una excelente política emisora y sus signos postales son de similar factura a los de la República Checa, con la que padeció el sistema totalitario comunista a partir de 1948 y que nos llevará hasta finales de los años ochenta cuando cae el telón de acero y el mapa político de media Europa se vuelve a resquebrajar.
Recuperada la independencia, Eslovaquia se separará de la república checoslovaca y reinicia su cita con el mundo de la filatelia el 1 de enero de 1993 cuando aparece su primer valor con el escudo heráldico eslovaco. Recordemos que ambos pueblos comparten una historia común, una cultura similar y una lengua que les permitía entenderse sin dificultad a pesar de las lógicas diferencias. La básica suele estar dedicada al jefe de estado y el resto (sobre 25 sellos por año) trata de reflejar el arte, la historia, la pintura, etc., del territorio eslovaco y los nuevos tiempos.
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http://www.slovakradio.sk/
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@gmail.com
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