Una de las muchas cosas que sorprenden al viajero que decide poner rumbo a estas islas del Pacífico es el largo viaje, luego recompensado por una extraordinaria quietud y los paisajes, a veces prácticamente vírgenes, junto a unas gentes amables y dispuestas a ayudar ante cualquier duda, recompensan con creces la decisión de haber elegido tan exótico destino.
Eso sí, allí viven a un ritmo que está en las antípodas del nuestro. La tranquilidad es tan grande que puedes llegar a pensar que el reloj se detuvo. Si tu viaje coincide con la temporada baja [recordemos es Hemisferio Sur y por lo tanto la estación siempre es la contraria que en España] descubrirás que en la mayoría de los casos los establecimientos hoteleros están prácticamente vacíos y el servicio a tu entera disposición con una sonrisa permanente, incluso en algún caso te puedes encontrar que te atiendan en español, será una de esas sorpresas de los kanakos [los aborígenes] que lo aprendieron en la secundaria, en algún caso fue la primera vez que se encontraron con un español de carne y hueso.
Otra de las cosas que sorprende es la flora [fauna, lamentablemente, me encontré poca] que en ocasiones es única y, a veces, apenas hacen unos años que fueron descubiertas. Es el caso del sello que hoy no trae a esta sección, se trata de un facial de 140 francos que comenzó a circular el 19 de marzo de 2015, muestra la Pittosporum tanianum que fue descubierta en julio de 1988 por el botánico de la ORSTOM Jean Marie Vellon en el islote de Leprédour: sólo localizó un único ejemplar de la especie; en el mes de noviembre siguiente se localizaría el segundo, pero las sorpresas no pasaron de ahí, se había localizado una especie única y de las más raras del orbe.
Se intentó aclimatarla por otras partes de la isla Grande, pero todos los intentos fracasaron y para mayor dificultad las dos plantas localizadas acabaron secándose, muriendo definitivamente en 1990, los intentos de localizar algún ejemplar más fueron inútiles y oficialmente se declaraba una especie extinguida en 1994. En mayo del 2002 saltó de nuevo la sorpresa y en una nueva visita al islote deshabitado para analizar el estado de los bosques secos que allí tienen su particular hábitat, el entonces agente de la Dirección de Recursos Naturales de la provincia del Sur, Bernard Suprin, localizaba un nuevo ejemplar en un pequeño bosque situado en la zona sur del islote: el endemismo, al parecer, es exclusivo de Leprédour en donde una exhaustiva observación permitió detectar otros dos ejemplares más.
Desde entonces, esta especie que tiene una bella flor amarillenta, confiere una alta calidad en la ornamentación floral, se continuaron los intentos y finalmente tras lograr aclimatarla, se está utilizando por los naturalistas caledonianos que las están colocando en los parques y jardines de la denominada isla Grande. Entre otros espacios uno puede observarla en el capitalino Parque Zoológico y Forestal Michel Corbasson en la zona urbana de Montravel muy cerca del viejo aeropuerto de Magenta, prácticamente en pleno centro de la capital y en donde se puede admirar el celebra pájaro autóctono “cagou” a primeras horas de la mañana o en zonas húmedas y vegetación espesa. En su Casa de la Naturaleza funciona el Museo que nos permite hacernos una idea del gran recurso de la isla [uno de los mayores productores de níkel del mundo] que suele extraerse prácticamente a cielo abierto y crea enormes problemas de desertización y montañas de escoria estéril durante años.
Sin duda el tradicional aislamiento del archipiélago y su específica geología, con grandes yacimientos mineros que le podrían provocar el colapso, han contribuido a esa espectacular flora que se adaptó a lo largo de millones de años a un entorno no siempre ideal [hay censadas más de 4000 especies, de ellas 300 están catalogadas muy raras o en peligro de extinción]. El bosque seco, donde se da esta planta, está localizado en toda la costa occidental y había recibido poca atención por parte de la comunidad científica, la última década hizo cambiar la actitud y los programas de investigación y preservación no sólo aumentan, sino que en muchos casos la administración y el cultivo para fines ornamentales está poniendo en valor nuevas especies que hasta ahora habían sido ignoradas.
El sello fue diseñado por Jean Paul Veret Le Marinier, la impresión fue en offset por Phil@poste en hojas de 25 ejemplares, tirada de 120.000 sellos, comenzaron a circular el 19 de marzo de 2015.
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JUAN FRANCO CRESPO
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