Este grupo está situado al este de la Línea Internacional del cambio de fecha, siendo Savaii (1712 km²) y Upolu (1119 km²) las islas principales. En total el archipiélago de las Samoa Occidental ocupa 2.944 km² y está rodeado por otros cinco microestados: Tokelau, Tonga, Tuvalu, Wallis y las Samoa Norteamericanas. Su población total es de 177.704 habitantes [estimados en julio del 2.004].
Ambas islas son sumamente agrestes pero cubiertas por una exuberante vegetación y están separadas por el estrecho de Apolima, allí se encuentran otras dos islitas con una escasa población: Apolima y Manono. En la de Savaii se localiza la mayor altura del grupo, el Monte Silisili (1858 metros) y Apia, su capital, la encontramos en la de Upolu con una cuarta parte de la población y tiene características urbanas tal y como conocemos el término en el mundo occidental. El resto de población está sumamente diseminada.
El territorio es una monarquía constitucional que se gobierna por una minoría parlamentaria y está dividido en once distritos, seis en la isla de Savaii y cinco en la de Opolu. La renta per cápita era de 1.140$. No nos extrañe [entonces] que pudientes turistas australianos, neozelandeses, norteamericanos y europeos, elijan este destino para sus exóticas vacaciones tropicales.
La mayoría de su población está alfabetizada (98%) y la religión predominante es la protestante [76,3%] que trajeron los eficientes misioneros de la London Missionary Society. Los católicos suman otro 20,5% y ambos grupos religiosos nos darían un 97% de cristianos. Los primeros habitantes llegaron a la islas mil años antes de Cristo y Tonga las invadió entre el 950-1250 de nuestra era.
Étnicamente muy concentrada (93% samoanos, raza polinesia), casi un tercio son emigrantes que viven mayoritariamente en la parte americana (más de 10.000), Nueva Zelanda (40.000) y Australia. Entre los tres países, sus remesas hacen posible uno de tantos milagros en los estados por debajo de los parámetros de riqueza del mundo occidental, más de la mitad del presupuesto gubernamental proviene de las divisas que remiten los emigrantes que giran, a sus familias, más de cien millones de dólares al año. Otro buen porcentaje se completa con los bancos y domiciliación de empresas, Samoa es otro paraíso fiscal donde ya hay censadas más de 5.000 corporaciones que tratan de escapar del control del fisco, sobre todo del sudeste asiático.
Lamentablemente, el frágil ecosistema insular está muy amenazado y cada año disminuye la escasa superficie agrícolamente aprovechable para una economía eminentemente rural. Centenares de especies, especialmente pájaros, están en franco peligro de extinción al desertizar su territorio de una manera sumamente peligrosa; otro fenómeno que provoca constantes problemas es el paso de los huracanes, aunque las islas no aparezcan en los medios de comunicación tras la destrucción, algo que si ocurre, hasta la saciedad, con otras regiones del mundo, como ejemplo sirva el paso de Katrina sobre Nueva Orleáns.
Curiosamente la mayor parte de su economía descansa en las plantaciones que realizó la administración alemana en sus tres lustros de constante trasplante de cocoteros: 1899-1914. Si tenía familiares por las islas en aquellas lejanas fechas, intente buscar entre los viejos papeles las cartas y descubrirá, con sorpresa, que esos papeles amarillentos si están en piezas completas tienen hoy, sobre todo en el mercado alemán, una cotización que suele arrojar numerosos ceros.
La ONU tiene clasificado el grupo como uno de los países más pobres del mundo, aunque su relativa estabilidad social les impulsó a decantarse por montar un paraíso fiscal que, en cierta medida, les proporciona unos ingresos adicionales nada despreciables que suele distribuir un monarca de carácter vitalicio y su primer ministro. Los «matai» [unos 15.000], un sistema ancestral de jefaturas o clanes desarrollado a lo largo de un milenio, sólo ellos tienen derecho al voto en una sociedad altamente jerarquizada y rígidamente estructurada en clanes que son a su vez los propietarios de la mayoría de las tierras agrícolamente aprovechables.
Los primeros pobladores llegaron de las regiones del sudeste asiático (se especula fueron individuos de la península malaya o de las islas Filipinas). La zona con restos más antiguos es la de Mulifanua en Upolu, allí se han descubierto utensilios que nos llevan al año mil a.C. La historia para el mundo europeo se inicia con el descubrimiento del archipiélago realizado por parte de los holandeses en 1722 cuando llega Jacob Roggeveen (1659-1729). A él le seguiría Bougainville en 1768 que las bautizó como las Islas de los Navegantes, en 1787 la visita será de La Pérouse.
Su estratégica posición hizo que los Estados Unidos pusieran los ojos en las islas en el XIX, poco después lo haría Alemania y el Reino Unido, ello hizo que se originase una fuerte tensión entre las diferentes flotas navales que se acabará resolviendo con un acuerdo de condominio entre las tres naciones. El Reino Unido renunciaría [1899] a cambio de contraprestaciones territoriales en otras zonas del Pacífico y Asia. Los norteamericanos se quedaron en la parte que se conoce como Samoa Americana y el resto como Samoa Occidental o Samoa i Sisifo quedó en manos de Alemania. En 1856 Johann Godefroy abrió un almacén en Apia y poco después ya residían más de un centenar de europeos en la ciudad portuaria, ésta se convertiría en un importante centro de comercio y fue uno de los puertos más activos del Pacífico Sur. Los comerciantes alemanes continuaron sus contactos con los jefes tribales y ello posibilitó iniciar las plantaciones de cocoteros con mano de obra traída expresamente de Malasia y China.
De Alemania dependieron a partir de 1899 -oficialmente el período colonial se inicia el 1 de marzo de 1900- el primer gobernador fue Wilhelm Solf (1900-1912) y le sustituyó Erich Schultz (1912-1914). Ellos fueron los encargados de crear el primer sistema escolar público, el hospital y la única carretera de la época que perduró en solitario hasta 1942: Berlín consideró Samoa como la joya de su exiguo imperio colonial y hasta finales de la I Guerra Mundial fue un protectorado alemán. Entonces pasaron a depender de Nueva Zelanda, este país las administró como mandato de las Naciones Unidas entre 1920-1947; el siguiente período lo hizo como fideicomiso (1947-1961). El 1 de enero de 1962 se convierte en el primer país independiente de la Polinesia; se acaba incorporando a la Commonwealth en 1970. No existe policía [sólo una pequeña dotación en Apia] y el orden público y la justicia recae sobre los tradicionales jefes «matai».
Un gran escándalo salió a la luz pública en 1987 cuando uno de los buscadísimos pasaportes de Samoa fue vendido a un hombre de negocios chino por la nada despreciable suma de 26.000$ [el escándalo no fue exclusivo de Samoa, también se descubrió algo similar en otros países de la región, entre ellos Tonga, allí se habían «vendido» varios miles de pasaportes].
El escritor Robert Louis Stevenson ambientó una de sus obras [La isla del tesoro] en la región. Aquí se compró, al pie del Monte Vaea, 162 hectáreas de terreno por 4000$ y bautizó su paradisíaco rincón como «Vailima» [Cinco Aguas], algo nada extraordinario, simplemente eran los cursos de agua que fluían por la finca en la que pasó los últimos años de su vida, hasta expirar el 3 de diciembre de 1894 [contaba 44 años], víctima de una hemorragia. Su preciosa propiedad sería posteriormente adquirida por un hombre de negocios alemán y después convertida en residencia del gobernador, hasta llegar a ser la residencia oficial del Jefe del Estado.
El paso del huracán en 1992 destrozó parte de la propiedad, entonces algunos mormones de Utah y Arizona arrendaron, por sesenta años, parte de la finca y reconstruyeron el complejo original para convertirlo en el Museo Robert Louis Stevenson, éste fue abierto con motivo del centenario de su muerte. Su tumba se ha convertido en la meta final de miles de lectores [sobre todo norteamericanos] que acuden aquí para rendirle su último homenaje. Su mujer, Fanny, murió en 1914 en California y sus restos descansan ahora junto a los del escritor. Una de las pocas cervezas disponibles en las islas se llama precisamente «Vailima» y dicen, los que la han probado, que está «lelei tele» [muy buena].
HISTORIA POSTAL Y FILATÉLICA
Samoa tiene una apasionante historia postal, incluso antes de la llegada de los alemanes funcionaron servicios postales privados; en la London Missionary Society cuyo primer predicador de éxito, el Reverendo John Williams, llegó en 1830 a bordo del Messenger of Peace; años después, el bravo jefe guerrero Vainu’upo convertiría a sus súbditos al protestantismos [hacia 1840]; se descubrieron algunas cartas del Rev. Henry Nisbet de mediados del XIX, cuando alguna pieza de ese período aparece en las subastas, los «que las buscan» no tienen más remedio que rascarse el bolsillo y alcanzan precios de verdadero infarto.
Fue el caso del servicio postal prestado por el periódico «Samoa Times» cuya primera oficina postal funcionó en 1877 y cerró en 1881. La citada oficina comenzó a utilizar el primer facial en octubre de 1877 (1d), hubo otros faciales de 3d y 6d, todos fueron litografiados en Sidney. En abril de 1880 se les añadió el facial de 9d que se imprimió en hojas de diez ejemplares. Estos sellos fueron falsificados y cualquiera que se interese por ellos sabe que tiene que someterlos a los expertos, las fuertes sumas que alcanzan hacen que las transacciones sean cuidadosamente realizadas. En esa época, Nueva Zelanda planteó la validez postal de los sellos de Samoa ante la UPU y al final el correo internacional necesitó pagar una sobretasa y los envíos destinados a los Estados Unidos se franquearon con un sello de 5 centavos de dicho país. En 1895 el fuego destruyó la oficina de Apia y tras la convención de 1900 fueron retirados todos los efectos de la venta al público, aunque el servicio del periódico hacía años que había sido clausurado por sus propietarios.
Tras el cierre de la oficina del periódico, el servicio postal lo gestionó el Ayuntamiento, el jefe de correos, John Davis, logró hacerse también con el matasellos que comenzó a aplicar a todas las misivas que luego entregaba a los capitanes en ruta hacia Fiji, Auckland o Sidney. Para los Estados Unidos la correspondencia era entregada al cónsul norteamericano el cual adhería el susodicho facial de 5 centavos que era la tarifa de la época. En diciembre de 1886 el jefe Malietoa Laupepa nombró a Davis Administrador de Correos del Reino de Samoa y su foto con las palmeras sirvió para los sellos que circularon hasta 1900 (nueve faciales diferentes más dos sobrecargas en 1894). En algunos casos apenas llegaron a imprimirse 600 ejemplares.
En 1900 se sobrecargaron los sellos básicos alemanes como SAMOA, que después pasará al clásico navío imperial Hohenzollern, hasta 1913 se habían puesto a la venta 23 sellos; tras finalizar la I Guerra Mundial, todavía se estuvieron despachando en el servicio filatélico de Berlín a pesar de no tener validez postal. Tras la ocupación aliada de las islas, los alemanes se rindieron a las Fuerzas Expedicionarias de Nueva Zelanda el 29 de agosto de 1914; los sellos alemanes encontrados fueron sobrecargados con las siglas GRI [Georgius Rex Imperator], unas centenas de ejemplares que acabaron siendo especulados por el mercado filatélico de la época: hicieron subir algunas variedades o errores de sobrecarga a cotas inalcanzables para la mayoría de los coleccionistas. Entonces había abiertas nueve oficinas de correos en todo el archipiélago.
En julio de 1914 se introducen sellos de Nueva Zelanda también sobrecargados para su exclusivo uso en el archipiélago; en 1920 ya serán sellos propios, aunque la tradicional cabaña insular era el motivo central, la bandera neozelandesa era la que ondeaba en el lado izquierdo de estas nuevas estampillas que se emplearon hasta 1935 cuando comenzaron a emitirse como Western Samoa, medio centenar de estampillas de origen neozelandés fueron empleadas en esta etapa que se caracterizó por diversificar los motivos filatelizados, entre ellos encontramos en varias ocasiones la célebre casa de Stevenson. En 1958 tomó el nombre local de Samoa i Sisifo. A partir de la independencia en 1962 [en esa fecha funcionaban diecisiete oficinas de correos en el archipiélago] se inicia una nueva etapa en la que los sellos de Samoa adquieren mayor vistosidad, en algunos casos muestran la belleza tropical de los idílicos mares del sur en todo su esplendor.
Actualmente es una de las administraciones postales más coherentes de la zona, tiene diseños vanguardistas y una gran vistosidad. Pocas emisiones y acertados motivos han hecho de las islas uno de los países de referencia en la zona del Pacífico. La parte norteamericana nunca tuvo sellos propios desde 1900, aunque muy de tarde en tarde haya aparecido algún motivo samoano en los sellos de la gran potencia.
JUAN FRANCO CRESPO
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