ISLAS DEL MUNDO: PINOS (NUEVA CALEDONIA)

Es una de esas sorpresas que uno se encuentra en las antípodas, a varios miles de kilómetros de España, pero a menos de media hora de vuelo desde Nouméa que es el punto de salida para los que se decantan por este coqueto paraíso tropical o para los capitalinos que la usan los fines de semana para disfrutar de su quietud y sus cristalinas aguas; evidentemente a ello también contribuye la facilidad para descubrirla: prácticamente plana, su altitud máxima es el Pic N’Ga con 262 metros.

La isla es utilizada como base para los recién casados japoneses que descubren ¿realmente?, los placeres de la vela en la bahía de Kuto o en Ouro, donde el tiempo parece detenerse y sus aguas invitan al relax o a la contemplación más exclusiva de una riquísima flora [aunque la especie predominante es la araucaria autóctona] y su impresionante fauna marina en donde miles de multicolores peces dejan extasiado al más exigente de los viajeros.

Pinos es un paraíso tropical bañado por la inmensidad del Océano Pacífico a poco menos de dos horas de Brisbane, por eso es tan abundante en toda la región el turismo australiano y conserva todavía una aureola de misterio, sobre todo por su pasado de la cultura Lapita: centenares de túmulos de miles de años nos hablan de su poblamiento, pero en realidad tendremos que centrarnos en lo tangible y actual; la cultura Kunié que se instaló con su gran jefe hace más de 300 años.

La historia y la tranquilidad se rompe cuando James Cook hace acto de presencia, la bautiza y poco después llegan los buscadores de madera de sándalo, los misioneros protestantes junto a algunos padres católicos y tras ellos, poco después en la cronología de la isla, aparece su célebre colonia penal que estaría activa hasta 1909 [algunos guías te dicen que hasta 1912].

Hoy en día su mayor preocupación es dar cabida a los turistas de todo el mundo que llegan atraídos por su encanto, pero las reglas son cumplidas a rajatabla y se hace difícil quedarse sin las autorizaciones pertinentes; estrictamente imprescindible respetar las recomendaciones del “gran jefe”: nada de nudismo o monokini, cuando no lo es también el simple hecho de pasear en bañador, pero estamos en otro mundo y a pesar de la globalidad hay que respetar las reglas si no queremos vernos envueltos en problemas mayores.

También son muy estrictos en la conservación del paisaje y las zonas útiles para las planchas o tabla de windsurfing que sólo están autorizadas en Kuto o Kanuméra. Por supuesto, cada visitante es responsable de su basura y pobre de él si lo agarran “levantando” su campamento playero y dejando restos de su paso por la zona. Otra de las cosas tabú y por lo tanto “intocables”, nada de molestarlas, es la célebre serpiente anfibia o “tricots rayé” o acampar a las bravas. El idioma de los nativos canacos es el “Le Kwényi”, y aunque distantes, son sumamente accesibles aunque no siempre sea fácil entablar conversación, pero antes de nada, fuera de la zona mas occidentalizada, lo correcto es ponerse en contacto con el Jefe Tribal.

Algunas de las pocas cosas que uno puede hacer [aparte de la vida contemplativa] es darse un paseo por sus grutas [Reina Hortensia o la Tercera ], la primera está considerado un lugar histórico porque sirvió de refugio a la citada soberana [se localiza en la zona tribal Téouté] y la segunda mantiene una gran cantidad de agua dulce y es el lugar predilecto para centenares de pájaros.

En la liliputiense villa de Vao (hace las veces de capital insular, pero recordemos que en toda la isla apenas hay 3.000 almas) podemos ver la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción , el santuario de la Virgen de La-Salette y poco más. Si tiene la oportunidad, lo más pintoresco y práctico es adentrarse por su colorido mercado local (funciona los miércoles y viernes a las seis de la mañana en Vao, si no madruga, entonces no hay posibilidad de disfrutar ni de sus frutos ni de su ambiente, cuando el autóctono acaba su mercancía, levanta sus escasos enseres y el espacio queda vacío) o disfrutar de la Feria de la isla de Pinos que generalmente se celebra a finales de mayo-principios de junio, sorprenderán los grupos de cantantes y danzarines tradicionales y le harán creer que se encuentra en el paraíso, pero es que estamos en los Mares del Sur.

Otra actividad bastante atractiva y desconocida para un occidental está concentrada en el cultivo del ñame, planta omnipresente en la cocina de las islas. Su fiesta se realizada en marzo y los trabajos comunales para la preparación de la tierra y la plantación del tubérculo entre septiembre-noviembre. Si se dispone de poco tiempo en la región, lo aconsejable es dejarse llevar por alguno de los operadores que ofrecen los mejores recorridos circulares y, si tiene posibilidad, déjese atrapar por la belleza salvaje de algunos de sus islotes o incluso el bellísimo atolón de Nokanhui, pasee por sus arenas blancas y disfrute de su flora y, sobre todo, su fauna marina: las cristalinas aguas invitan a zambullirse. Sólo hay un pero: el precio [Nueva Caledonia en general es mucho más cara que Europa] pero si tiene que hacer un esfuerzo en su presupuesto y dispone de “plástico” [Visa preferentemente] no lo dude y hágalo porque visitar estas lejanas tierras bien se lo merecen. Otra de las escapadas que recomendamos desde Nouméa es la del Faro Amedée, el precio puede resultar excesivamente alto, pero al final, teniendo en cuenta lo que se recibe, uno tiene la sensación de haber disfrutado de un privilegio por un precio realmente módico.

Y para finalizar, me tomo la libertad de incluir una conmemoración filatélica que me llegó justo cuando estaba dándole los últimos toques a esta coqueta y solitaria isla de Pinos [no confundir con la famosa homónima de Cuba que la revolución rebautizó como Isla de la Juventud ].

PENITENCIARÍA ISLA DE PINOS

El 6 de octubre de 2014 aparecía el facial de 280 francos dedicado a la historia alusiva a la pequeña y bella Isla de Pinos, se trataba de reflejar su pasado penitenciario con las instalaciones que se levantaron en 1872 para acoger a los que protagonizaron los movimientos de la célebre Comuna de París y los comuneros que no murieron en el intento fueron condenados y deportados a Nueva Caledonia, parte de ellos fueron instalados en la isla que fue dividida en dos [una para los habitantes aborígenes y la otra parte para la penitenciaría que funcionaría hasta la primera década del siglo siguiente].

Aún hay islas en la región donde ver un blanco es más raro que encontrarse con un marciano [sólo algún funcionario o personal de sanidad salva esa excepción]. El este de la isla de Pinos fue asignado por la administración francesa a la etnia Kunié y la zona de la Misión Marista en el sudoeste fue el lugar escogido por las autoridades para instalar el correccional o colonial penal.

En total se edificaron cinco campamentos que contaban con sus calles, barracones para los penados, centros de mando, refugios, servicios generales, panadería, enfermería, etc. Todo ello fue levantado por los mismos convictos de la isla Nou y se les asignaron los nombres de Ouro, Koéville, Ouameu, Ouaméo y la quinta ubicación, cercana a Gadzhi Creek fue utilizada para albergar a los exiliados de la Cabilia argelina en 1873; hoy prácticamente sólo quedan ruinas y sólo es visible el “memorial o campo de los árabes” que está dedicado a los que llegaron de la entonces colonia norteafricana.

En Ouro estaba todo lo más importante de la colonia penitenciaria y allí se producía o procesaba todo lo necesario para atender las necesidades básicas de los cinco centros de detención entre 1872 y 1879 cuando les concedieron la amnistía [en realidad muchos de ellos jamás podrían haber regresado a la metrópoli y tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir en aquellas latitudes, como empleados de la administración francesa y en otros como granjeros o agricultores gracias a las tierras que se les ofrecieron, en muchos casos, prácticamente vírgenes y donde todo estaba por hacer]. En total fueron 4250 penados los que continuaron viviendo en la isla y la penitenciaría funcionaría hasta 1909.
Actualmente sólo encontramos en pie el depósito de agua potable, el resto de edificios apenas si quedan algunas evidencias. Sólo el cementerio de los comuneros deportados o para los posteriores condenados permanece más o menos en estado de revista, sobre todo porque a partir de 1995 fue incluido en la lista de los edificios históricos a preservar.
El sello fue realizado por André Lavergne, impreso en talla dulce por Phil@poste en hojas de 25 ejemplares y 60.000 sellos de tirada.

http://www.caledoscope.nc

http://www.airalize.com

caledoscope@opt.nc

JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía, doctor en Historia de América.

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  • hola juan franco
    estupenda la informacion que nos entregas sobre la polinesia fue muy entretenida y muy buenas fotografias. Te felicito.
    Tour Valparaiso

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Juan Franco Crespo

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