La administración postal de esta isla del Canal de la Mancha acaba de lanzar su hojita anual para concienciar de la fragilidad de la naturaleza, en esta ocasión el animal escogido es el águila monera o de Filipinas; una de tantas especies de rapaces que se hallan en peligro a nivel planetario. Muchas veces no somos conscientes de ese hecho y tampoco somos capaces de identificar, ni el cómo y el por qué determinadas especies han dejado de aparecer por nuestros cielos, aunque indirectamente seamos los culpables de ello, unas veces por acción y otras por omisión.
Todavía recuerdo, siendo niño, la inmensa cantidad de avecillas que había por mi tierra natal, gracias a su privilegiada orografía [para poner a prueba a fotógrafos y constructores]. La llegada de la primavera era un festival para los ornitólogos [todavía no había sido necesario ir a un curso sobre ornitología avanzada como hace años sugería el redactor de La Vanguardia que, desgraciadamente, no distinguía el frailecillo del pingüino] y los críos dejábamos el espacio del recreo para subir y bajar tajos en busca de nidos, identificando las especies, sabiendo si los huevos estaban ya en período de incubación o los progenitores llevando la correspondiente manutención a sus pollitos.
Una de esas jornadas inolvidables fue el día que los Guardias trajeron un gigantesco buitre que había sido abatido cerca de los peñascos, en los que décadas después, el gran naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, grabaría la impactante escena en la que el águila atrapa a un cordero y echaba a volar.
El buitre nos sirvió para irnos de la escuela [rabona le denominábamos a esa acción] a contemplar tamaño ejemplar a comienzos de los sesenta. Nunca tuve después la oportunidad de tener tan cerca un ejemplar de aquellas características, más de dos metros daban sus alas y el impresionante cuello pelado nos provocaba un gran respeto; la pobre alimaña sería abandonada y pasto de otras especies. Hoy, en las diferentes ocasiones en que deambulé por mis terruños, nunca observé la especie, las otrora trochas llenas de vida, aparecen ahora totalmente solitarias, no sólo los humanos dejaron de marchar por aquellos caminos polvorientos, ni especies de ningún tipo llegan a contemplarse en las varias horas que suelo utilizar para deambular por aquellos territorios de mi infancia. Aquellas tierras llenas de vida, hoy no tienen una triste musaraña, la caza, los pesticidas y los insecticidas han acabado con infinidad de especies y así vamos cerrando el círculo en el que cada vez [a pesar de la globalización de los alimentos] tenemos menos variedad en nuestra dieta; hemos roto la estacionalidad y la cantidad de recursos que de una manera natural nos daba la Madre Tierra para caer en manos de las grandes multinacionales de la alimentación.
Seguimos asistiendo a ese lento goteo, a esa desaparición, pero no reaccionamos y nos vamos quedando cada vez más aislados, más solos, menos variedad e infinidad de especies de flora y fauna sólo son conocidas por los libros. Unas veces porque son ajenas al lugar en que vivimos, otras porque un día simplemente dejaron de aparecer. Hoy es una rapaz de las lejanas Islas Filipinas y está ya catalogada como especie en grado crítico, o sea: prácticamente irrecuperable.
La Pithecophaga jefferyi en su hábitat natural entre los 150-2000 metros. De bello porte, se trata de una enorme águila, alas redondeadas y anchas, cola larga y cuadrada, de carácter sedentario, es habitual de las zonas selváticas primarias, la tala de sus zonas de caza es la que, lentamente, la fue confinando a las partes más altas e inaccesibles, prácticamente vírgenes y que gracias al difícil acceso no están siendo destrozadas por el hombre, pero ese confinamiento está haciendo también que el número de ejemplares en libertad no pare de descender.
De acuerdo con la bibliografía consultada, este endemismo filipino apenas si se localiza en las cuatro islas mayores, las más orientales del archipiélago, sus mayores reductos están en torno a la zona de Luzón (Sierra Madre) o Mindanao (Montes Apo y Katanglad). Las otras dos en donde a veces habían sido observadas son las de Samar y Leyte, pero a estas alturas podría darse el caso de su definitiva desaparición.
De dieta carnívora, frecuentemente captura aves, mamíferos y reptiles. Entre las especies más habituales en sus hábitos alimenticios encontramos los coludos (Cynocephalus volans), las civetas de las palmeras (Paradoxurus hermaphroditus), macacos, ardillas voladoras, etc. Tampoco hace ascos, cuando se le presenta la ocasión, de capturar aves de corral o cerditos de los pequeños asentamientos que realizan los habitantes de su zona. Serpientes y varanos serían habituales en su dieta y las aves como calaos, búhos, etc. Los especialistas han detectado ejemplares cazando por parejas o en grupo, por ejemplo a la hora de intentar hacerse con un mono, alguna de las águilas los distrae y la otra llega por detrás y, al menor descuido, el mono se irá volando entre las garras de tan inteligente especie.
Otra cosa que hace que sean fáciles de localizar son sus grandes nidos, alcanzan más de dos metros de diámetro, suelen tapizarlo con grandes y suaves hojas sobre las que realizan la puesta. Suele elegir grandes árboles y, sobre sus altas copas, inicia la construcción con grandes ramas. Apenas pone dos huevos, habitualmente uno y tiene un período de incubación de unos 60 días. Tras la eclosión, el pollo necesitará más de quince semanas para desarrollar el plumaje y dependerá de sus progenitores durante un largo año, este hecho es el que provoca, frecuentemente, que sólo haga una puesta de manera bianual, ello hace más difícil la recuperación de la especie en su hábitat natural donde apenas quedan unos cuantos centenares de individuos recluidos en pequeñas zonas de difícil acceso, el resto de su territorio fue destruido por las industrias madereras y el constante uso de tierras con fines mineros o agrícolas. Se trata de concienciar también a la población de la región de esta zona de Filipinas de la importancia de preservar la naturaleza de cara a continuar teniendo esta ave, la especie nacional por antonomasia.
Este año el águila filipina ha sido inmortalizada por el correo de Guernsey en su serie anual [hojita bloque] donde aparece alguna de las especies escogidas dentro de las catalogadas como críticas en la célebre lista de la CITES [Convención internacional contra el comercio de especies protegidas] y que en Filipinas puede comportar hasta doce años de cárcel. Fue elegida como ave nacional del archipiélago en 1995; el primer ejemplar capturado y documentado fue en 1896 en la isla de Samar por el naturalista británico John Whitehead que la bautizó como la comedora de monos [Phitecophaga] y jeffery [en honor del nombre de su padre].
Las Filipinas es el único lugar del orbe en donde habita esta gigantesca rapaz, lamentablemente la gran presión de la industria maderera ha desforestado más del 90% de su hábitat. Si a ello le sumamos la actividad de las multinacionales mineras, tendremos un cóctel maravilloso que hace imprevisible el futuro de esta especie que llega a alcanzar los ocho kilos de peso y una gran longevidad.
La hojita tiene un facial de 3 Libras Esterlinas, fue diseñada por Joel Kirk, se imprimió en litografía offset por la Cartor Security Printing y comenzó a circular el 17 de febrero de 2016.
JUAN FRANCO CRESPO
lacandon999@yahoo.es
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