Hablemos del lobo ibérico: Canis Lupus Signatus. Unas veces adorado, otras temido por el pueblo. Leyenda, insignia de nuestra fauna y arquetipo de ese enfrentamiento eterno entre depredador y hombre por el hábitat y el alimento. Sea como fuere, es una de las especies más representativas de la fauna nacional y de la necesidad de conservar nuestro patrimonio natural.
Considerado por algunos como una subespecie del lobo, su nombre científico es Canis Lupus Signatus. Se distingue de otros lobos por su tamaño reducido (entre 35 y 50 kilos los ejemplares más grandes), por las manchas negras que muestra en cabeza, colas y patas y por su color parduzco. A día de hoy, más de la mitad de su población total se concentra en Castilla y León, un tercio en Galicia y una mínima parte en el sur de la península.
El lobo se alimenta de animales salvajes y domésticos. Su presa principal en la península siempre han sido animales como el corzo o el jabalí, no sólo debido a su predilección por éstos sino también por la altísima tolerancia del ser humano a convivir con estas presas, lo que facilita su difusión. Por otra parte, el ganado ha representado en muchas ocasiones parte principal de su dieta, con piezas como caballos y burros, ovejas, vacas, e incluso gallinas si se ve empujado a pasar hambre. Esto ha provocado, a lo largo de la historia, una profunda animadversión por parte de los ganaderos hacia el animal.
El lobo es uno de los mamíferos con más capacidad de adaptación del globo. Las subespecies llegaron a ocupar, en el pasado, prácticamente todo el hemisferio norte, creando así el área de distribución natural más amplia del mundo. Desde el hielo al desierto, pasando por Europa, Asia, América e incluso África, estos cánidos han demostrado ser capaces de superar cualquier obstáculo actuando en manada.
La historia del lobo ibérico en la península
Con picos de población y profundas depresiones a lo largo de su historia, el máximo enemigo del lobo siempre ha sido el ser humano. Antiguamente, el lobo habitó la península completa sin encontrar límites a su difusión. Logró adaptarse a prácticamente todos los microclimas este territorio, debido a su gran capacidad de supervivencia y la efectividad de su caza en manada.
Llegaron a poblar todos los rincones, siendo considerados una plaga. Tanto fue así que su caza, durante el pasado, llegó a convertirse en actividad comercial apoyada por la realeza. El cazador se convirtió en una fuente de riqueza para las poblaciones del campo, que encontraban una retribución económica en lobos, osos e incluso zorros.
Sin embargo, es en el pasado más próximo donde encontramos la época más oscura para esta especie. Durante las décadas de los 60 y los 70 y empujado por la fuerza del franquismo, el lobo ibérico fue denominado alimaña y perseguido hasta el peligro de extinción por una ley avalada por el gobierno. Tras esta masacre para la especie, su territorio natural se redujo al norte del río Duero.
Han sido muchos los esfuerzos que han tenido que hacerse desde entonces para recuperar una de las especies más icónicas de nuestro país. El naturalista Félix Rodríguez de la Fuente representa, probablemente, uno de los símbolos más trascendentales en el cambio de mentalidad española respecto al lobo ibérico. Su amplio trabajo divulgativo reflejó, a finales del siglo XX, una imagen del animal muy diferente de la que había existido hasta el momento. Su serie televisiva ‘El hombre y la tierra’ mostró un animal social, inteligente y emotivo.
¿Dónde se pueden ver lobos en España?
Actualmente, la especie muestra signos de recuperación en estado salvaje. Las manadas han vuelto a ocupar territorios del norte de España, aunque no es fácil encontrarse con ellos. Orense, León y Zamora son las provincias donde tendemos más posibilidades de verlos, especialmente en la zona de la Sierra de la Culebra.
Pero, en ciertos momentos de la historia, la situación llegó a ser tan delicada que se ha convertido en necesaria su cría en cautividad, con los consecuentes programas de reproducción y seguimiento. Podemos encontrar lobos ibéricos en centros como el Lobo Park o el Parque de Cabárceno (Santander), donde todavía a día de hoy continúan viviendo en estado de semilibertad. También en el Parque faunístico de los Pirineos Lacuniacha(Piedrafita de Jaca), Marcelle Naturaleza (Outeiro de Rey), en el centro de Educación Ambiental de la Dehesa (Albacete) o en el Aran Park del Val d’Aran.
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