La norma ISO 1087-1 revisada en septiembre de 2019, define la traducción especializada como «un lenguaje empleado en un campo del conocimiento y caracterizado por el uso de medios de expresión lingüísticos específicos». Sin ánimo de interferir en la definición de la norma, añadiríamos además «utilizado por profesionales». Y es que, la terminología empleada en la difusión de un campo o materia científica, sirve habitualmente a la comunicación entre especialistas de ese campo o materia. Si además necesita superar una barrera idiomática, debe ser traducido por un profesional de la traducción especializada.
Se requiere pues, no sólo de un conocimiento sobre la materia científica a traducir, sino también de un aprendizaje continuo, debido a que la ciencia no es algo estático, que se aprende y se conserva, sino que se halla en constante evolución. Además, en los textos las disciplinas científicas se solapan en muchas ocasiones, por lo que un trabajo de traducción se puede convertir en una tarea interdisciplinar. Y aunque no es imprescindible ser nativo de una lengua para comprender el sentido técnico de un texto de origen y expresarlo correctamente en la lengua de destino, una agencia de traducción profesional especializada se dota a menudo de profesionales nativos, que suelen dominar una o más especialidades, o forman parte de un grupo que actúa colegiadamente para cubrir los ámbitos científicos que se pueden hallar en un texto. Como se dijo, la ciencia avanza, y en consecuencia se diversifican igualmente los campos de especialización.
Esa necesidad de actuar colegiadamente en la traducción científica, se explica por la interacción creciente entre las múltiples especialidades que se pueden hallar en los textos. Así, las clásicas traducciones jurídicas, científicas, técnicas, médicas, biológicas, financieras, económicas, literarias…, por citar sólo algunas, han dado lugar a nuevos grupos de traducción especializada, tales como científico-técnica, científico-médica, jurídico-económica, económico-empresarial…, que requieren del concurso de profesionales documentados en diferentes ramas del saber científico.
La temática de la ecología y las ciencias medioambientales, constituye una serie de desafíos de superación para un profesional de la traducción especializada. La ecología en sí misma ya es un especialidad compleja que pone a prueba la capacidad del traductor profesional, pues no se trata sólo de una rama de la biología, es realmente una disciplina científica en sí misma con múltiples ramas.
Recordemos que la etimología de la palabra «ecología», viene del griego «oikos», que significa hogar o casa que se habita; y de «logos», que significa estudio. Es decir, la ecología es el estudio del hogar que se habita, con todas las interrelaciones que ello implica entre los seres vivos y su ambiente. Por tanto hablamos de una ciencia interdisciplinar (que requiere del apoyo de otras disciplinas), y también multidisciplinar (que abarca en sí misma otras disciplinas). Así, en el estudio de la ecología podemos hallar disciplinas tanto de ciencias como de letras; Geografía, Física, Química, Matemáticas, Climatología, Hidrología, Geología, Meteorología, Derecho, Sociología, Política…
De modo paralelo a la ecología, han surgido otros campos de estudio e incluso profesiones, como la medioambiental, que se relacionan estrechamente con aquella; de hecho es común hablar de «ecología y medioambiente» cuando se trata de estudiar las relaciones de los organismos vivos (incluidos los humanos) con su entorno. Esas relaciones, determinan un desarrollo y comportamiento que viene dado por las circunstancias o factores físicos y biológicos del ambiente en el que viven.
Podemos complicar aún más este panorama, incluyendo la arquitectura y la construcción entre las variables que afectan al estudio de las ciencias ambientales, pues los humanos son los únicos seres industriosos que habitan el planeta, capaces de alterar el medio de forma dramática con sus actividades. Todo esto ha dado lugar a un amplísimo vocabulario de términos y definiciones, manejados en las diferentes áreas, ramas y disciplinas, que dan una idea de la magnitud y el reto al que se enfrenta la traducción profesional especializada.
Si las ciencias multidisciplinares y el nacimiento de nuevas ramas y especialidades pusieron a prueba la capacidad de los servicios de la traducción científica, en las últimas décadas comenzó a vislumbrarse un nuevo reto en el seno de las ciencias ambientales: La traducción para el sector de las energías renovables.
Cuando la humanidad comenzó a ser consciente de que los combustibles fósiles son finitos, sintió la necesidad de hallar nuevas fuentes de energía. Ya a finales del siglo XIX se manifestaba ese temor, y así lo dejaron por escrito distintas autoridades científicas — incluso desde el ámbito de la filosofía como Max Weber–, así como los primeros estudiosos de las energías alternativas al carbón y el petróleo. En 1873 escribió el maestro e inventor francés Agustín Mouchot:
«Llegará el momento en que la industria europea dejará de hallar esos recursos naturales, tan necesarios para ella. Los manantiales de petróleo y las minas de carbón no son inagotables, pero están disminuyendo rápidamente en muchos lugares. Entonces, ¿volverá el hombre al poder del agua y el viento? ¿O emigrará allá donde la fuente de calor más poderosa envía sus rayos para todos? La historia mostrará lo que vendrá»
Aún debió transcurrir más de cien años, para que ese pensamiento de Mouchet se tradujera en una voluntad real de la humanidad de iniciar el proyecto de sustituir las energías no renovables. Pero, una vez puesto en marcha, fue como una explosión de ciencia y tecnología, de patentes, de legislación aplicable, de comercio pujante y prometedor sobre variados sistemas de energías limpias que ya abarcan múltiples ámbitos de la sociedad, desde la propia generación de energía y su distribución (eólica, solar…), hasta el aprovechamiento autónomo de las diferentes fuentes renovables y su aplicación (vivienda, transporte, servicios públicos…).
Tal despliegue de tecnología aplicada y su equivalente en conocimiento, implicó un notable despliegue de terminología que imprimió a la labor traductora un estímulo de auténtica renovación. Y no sólo en eso, también en todo lo que significa formación en investigación y desarrollo, industria, electrónica, química, física de los materiales…, sin olvidar el contexto laboral, político y jurídico en el que se desempeña el sector de las energías renovables, y su vertiente de mercado y finanzas.
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