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Ecologismo fundamentalista

En los principios de nuestros actos más salvajes contra la Naturaleza, cuando la inmensa mayoría de los humanos ignorábamos las consecuencias que nuestras malas prácticas medioambientales podrían acarrearnos en el futuro, unas cuantas personas consecuentes se enfrentaron al mundo. Solos, tachados de visionarios y constantemente desacreditados, mantuvieron sus convicciones.

Aquel movimiento se fue ganando su prestigio, creciendo en adeptos, y poco a poco demostrando por la vía de los hechos muchas de sus previsiones. Pero ahora, alguien está ensuciándolo todo, y los verdaderos ecologistas tendrán que trabajar mucho para salvar su imagen. Ecologistas convertidos a políticos, políticos que se autodenominan ecologistas, equipos de vándalos que realizan falsas actividades ecológicas, son algunas de las derivas que se están manifestando. La última la escuché en un medio de comunicación: un grupo con cierto renombre, supuestamente ecologísta, identificaba ecologismo con izquierda política, y lo mezclaba todo: actividades ecológicas, memoria histórica, republicanismo, anticapitalismo… En fin, como si el ecologismo fuese patrimonio exclusivo de una opción política, o como si los pertenecientes a ese movimiento no pudieran ser apolíticos, sino que tuvieran que identificarse obligatoriamente con tal opción.

Esto hace mucho daño a la causa y a los que realmente defendemos actitudes consecuentes con una vida humana ordenada y en equilibrio con la Naturaleza. Relacionar nuestra noble opción con ideologías de cualquier signo, o posturas radicales, sólo traerá confusión a la opinión pública, y a encuadrar erróneamente al auténtico movimiento ecologista dentro de posiciones partidistas, o peor aún, fundamentalistas.

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