Escrito por Héctor Ruiz
Hay organismos que evolucionan más rápido que otros. ¿Cómo lo consiguen? Evidentemente, no es una cosa que decidan. Hay una serie de factores que determinan la velocidad con que puede evolucionar un grupo de organismos ante un cambio en su medio ambiente.
¿Dónde se produce el cambio evolutivo?
Los individuos, durante su vida, no evolucionan. Si una de las células de nuestro cuerpo sufre una mutación en su DNA (cosa bastante frecuente), normalmente no tiene consecuencias para el individuo (cuando las tiene, por desgracia, suele ser causa de cáncer). La célula acostumbra a morir y nunca llegamos a ser conscientes de aquella mutación. Para observar cambios evolutivos hace falta que todas las células del individuo contengan la mutación. Eso sólo es posible cuando la mutación se produce en las células germinales, oocitos y espermatozoides, que se fusionarán para producir la célula única a partir de la cual se desarrollará el individuo entero, por múltiples copias de la inicial. Los individuos resultantes manifestarán la mutación (o no, pero eso ya es otra historia). Además, también la contendrán en sus respectivas células germinales y la podrán pasar a sus descendientes. Por lo tanto, para poder ver un cambio evolutivo hay que esperar, como mínimo, el paso de una generación a otra. La evolución se produce entre generación y generación.
Claves para evolucionar rápidamente ante un cambio del medio:
1) Reducir el tiempo entre generaciones
Así pues, cuantas más generaciones se produzcan en un tiempo determinado, más posibilidades habrá de que podamos llegar a observar cambios debidos a mutaciones, es decir, más rápida será la evolución. Por ejemplo, en 40 años los humanos producen dos generaciones; las moscas del vinagre, más de mil; ¡y la bacteria Escherichia coli más de un millón! Queda patente que, en este sentido, las bacterias son más rápidas evolucionando que las moscas, y mucho más que los humanos. Recordamos que las bacterias no se reproducen sexualmente, sino por división; a la hora de duplicar su material genético, sin embargo, pueden sufrir también mutaciones que pasarán a una de las dos células descendientes.
Un factor determinante para evolucionar rápidamente es el tiempo entre generaciones (la duración del ciclo vital). En el transcurso de 40 años los seres humanos producen dos generaciones; las moscas del vinagre, más de mil; y la bacteria Escherichia coli más de un millón. © Zhu_zhu (Dreamstime.com), André Karwath y Fundación Wikimedia. Fotomontaje cabecera artículo: André Karwath y Fundación Wikimedia.
2) Tener muchos descendientes
Otra manera de evolucionar rápidamente se consigue teniendo muchos descendientes cada vez que nos reproducimos. Cuantos más descendientes, más probabilidades hay de que alguno tenga nuevas mutaciones. Y todavía mejor, más probabilidades hay de que alguno tenga una mutación ventajosa para sobrevivir, reproducirse y transmitirla a sus descendientes.
Pero no olvidemos que las mutaciones se producen al azar. La mayoría de ellas hacen más mal que bien. Imaginémonos que cogemos este artículo y cambiamos una palabra al azar. En la mayoría de casos, la frase no tendrá sentido. Sólo en algunos casos, muy pocos, probablemente el texto mejorará (modestia a parte). Tendríamos que hacer pruebas realizando esta modificación al azar unos cuantos millares de veces para que, al final, el resultado fuera positivo. Lo mismo pasa con los seres vivos. En este caso, las pruebas son los descendientes. Por lo tanto, cuantos más descendientes, más probabilidades hay de que alguno salga con un carácter ventajoso. La mayoría de los descendientes que reciben una mutación perjudicial (deletérea), normalmente no llegan ni a desarrollarse a partir del embrión y se produce un aborto espontáneo. Eso pasa con la mayor parte de las mutaciones.
3) Duplicar el DNA con poco cuidado
Por otra parte, también podemos aumentar nuestra velocidad de evolución reduciendo la fiabilidad de los sistemas que duplican nuestro DNA. Es decir, cuantos más errores cometa la maquinaria molecular que copia nuestro DNA, de manera que el nuevo DNA contenga bastantes diferencias con respecto al original, más rápida podrá ser la evolución. Eso, evidentemente, resulta muy peligroso, pues las mutaciones, en general, tienen consecuencias nefastas. Pero si combinamos esta propiedad de introducir errores con una gran cantidad de descendientes, las probabilidades de éxito son mayores y podemos asegurar una rápida adaptación a los cambios ambientales. Eso es lo que sucede, por ejemplo, con el virus del SIDA. Su maquinaria de replicación comete muchos errores: muchos virus descendientes no prosperan. Pero como se producen tantos, algunos resultan viables y, encima, han cambiado tan rápidamente que el sistema inmunitario no los reconoce y no los destruye.
Fuente: portaleureka.com
Licencia Creative Commons
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me parecio muy bn por q hasi podemos entender lo q escribimos