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Cabuyería práctica (I) – Nudos marineros

En este artículo no voy a enseñaros cómo sobrevivir sin agua en el desierto, ni a identificar la peligrosa Amanita muscaria si tuvieras que alimentarte forzosamente sólo de setas (aunque no renuncio a eso en un futuro artículo), en realidad mi exposición va a ser más prosaica, pero pienso que resultará útil para las mentes inquietas que quieran ampliar conocimientos, o que tengan curiosidad por saber de cosas reservadas a profesionales específicos. Hoy toca ejercicio de cabuyería, es decir, el arte de hacer nudos con cabos.

Os enseñaré a realizar algunos nudos útiles para casos que se pueden dar en cualquier momento, y también algunos otros para casos excepcionales. En esta primera entrega nos introduciremos en este mundo, su lenguaje y algunos conceptos básicos que conviene saber antes de ponernos a elaborar los nudos, y explicaré el primero de ellos: el cote o medio nudo.

La mayoría de los ciudadanos de a pie sólo necesitan conocer 2 ó 3 nudos sencillos para tener cubierta gran parte de las necesidades, como atar un paquete, los cordones de los zapatos o simplemente empatar dos cuerdas. Pero, como en todos los órdenes de la vida, nos pueden surgir situaciones impredecibles en las que desearíamos tener algún conocimiento suplementario sobre alguna técnica o disciplina científica. Un ejemplo será el nudo de arnés que explicaré en otra parte de este artículo, por si alguna vez tuvieseis la necesidad de izar con urgencia a una persona accidentada.

Se utilizan las técnicas de cabuyería tanto en la montaña como en la mar, pero, mientras que en la montaña no son necesarios muchos de los nudos empleados en un barco, resultará extraño que entre los nudos marineros no se incluya alguno montañés. Por eso, me centraré en algunos nudos utilizados a bordo que tienen utilidad práctica en tierra.

Antes de comenzar debo hacer algunas consideraciones relativas al lenguaje utilizado en la cabuyería marinera, pues es sabido que cada profesión tiene su «argot» particular, y éste no lo es menos. Los marinos son muy celosos de los términos empleados para nombrar los diferentes objetos y actividades marineras, por eso no se os ocurra a bordo de un barco referiros a un cabo como una cuerda, porque al momento recibiréis de los más veteranos la primera enseñanza en forma de sentencia inapelable: ¡¡Chaval, aquí la única cuerda que hay es la del reloj!! (y ahora ya ni eso, porque todos los relojes son de cuarzo).

Aclaro pues, que todas las cuerdas o sogas utilizadas en un barco se denominan cabos (también se utilizan cables, pero eso lo dejamos para otro día). Según su forma o aplicación los cabos pueden a su vez recibir nombres distintos, por ejemplo, el cabo que sujeta una vela es una driza; el que se utiliza para sujetar un bote al muelle por la proa es la boza, y si es por la popa es la codera.

Si se trata de una embarcación más grande, entonces los cabos empleados para atracarlo y afirmarlo al muelle se llaman estachas o amarras, y a su vez, éstas también reciben nombres distintos según dónde y cómo trabajen, por ejemplo, la amarra de proa o popa que se aleja del barco es el largo, si en vez de alejarse se dirige hacia un costado es el spring, y si la amarra sale lateralmente es el través.

Las actividades con cabos también se identifican con nombres muy marineros, algunos de los cuales utilizaré aquí cuando explique para qué sirve determinado nudo. Varios de éstos han conseguido trascender desde el ámbito marinero al lenguaje popular. Así, se dice templar en vez de tensar, lascar en vez de aflojar, arriar en vez de descender, cobrar en vez de tirar, largar en vez de soltar, levar en vez de levantar, izar en vez de subir, encapillar en vez de encajar, adujar en vez de enrollar, azocar en vez de apretar, ayustar en vez de unir, afirmar en vez de inmovilizar, aclarar en vez de liberar, zafar en vez de escapar, y muchas más voces que obviamente no puedo citar en su totalidad…

Existen tres consideraciones básicas que un nudo debe cumplir para que sea práctico:

1) Que sea fácil de realizar

2) Que cumpla perfectamente la función para la que está diseñado, sin deshacerse accidentalmente o cuando es sometido a fuerza o tensión (un buen nudo se hace más firme a cuanta más tensión se le someta).

3) Que sea fácil de deshacer con objeto de recuperar el cabo para otras faenas (que no pase como el nudo gordiano, que según la leyenda Alejandro Magno no tuvo otra opción que deshacerlo cortándolo con un golpe de su espada).

Partes de un cabo

En la elaboración de nudos y en las faenas con cabos se distinguen en éstos tres partes básicas, las cuales citaré en algún momento a lo largo de este artículo: son el chicote o extremo que queda libre del cabo, y que se utiliza para dar las vueltas necesarias al formar el nudo, o también para maniobrar con él (cobrar, lascar, templar, etc.); el seno o arco que forma el cabo cuando está trabajando entre los extremos que lo sujetan; y el firme o porción más larga o principal del cabo, o también la que está sujeta a algún objeto. Precisamente, una voz muy utilizada en marinería es «hacer firme», en alusión a sujetar el cabo por su firme a cualquier objeto (gancho, argolla, noray, etc.).

Cote o Medio nudo

El cote o medio nudo, también llamado malla, es el nudo más simple y fácil de elaborar que se conoce. Apenas necesita explicación para realizarlo; simplemente se hace un seno con el chicote y después se pasa éste por el interior del seno formado, quedando como se ve en la figura.

Con este nudo tan sencillo que todo el mundo conoce y ha utilizado en algún momento, se puede afirmar el cabo a un objeto sólido, o ligar dos objetos por medio de él sin complicaciones, aunque también sin demasiadas pretensiones ya que, dependiendo del objeto que se vaya a sujetar, por sí solo no es un nudo totalmente seguro si se quiere utilizar de forma permanente. Lo lógico es que se emplee en faenas donde se precise deshacerlo con rapidez, pues esa es su mayor ventaja.

En la segunda parte me extenderé un poco más sobre los cotes y medios cotes, y conoceremos también el nudo ordinario. Tecnotrón

Sigue en la parte II

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Abel

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