La fase arbustiva
En ciertas regiones mediterráneas, la desaparición del bosque conduce rápidamente a una asociación abierta que facilita el paso a la fase de arbustos.
En esta fase la competencia es variable según los casos: en ocasiones persiste en mayor o menor grado la fase herbácea, mientras en otros la fase arbustiva es lo suficientemente cerrada para ahogar las hierbas. En La península Ibérica son frecuentes los Cistus, Juniperus, siendo una formación típica las llamadas garrrigas, muy propias de esta zona mediterránea. Los Picea, Juniperus y Rhododendron son más típicos de las regiones alpinas del centro de Europa. Las condiciones ambientales determinarán en cada caso y en buena parte las características de estas asociaciones típicas en algunas regiones del globo.
Fase arbustiva
La desaparición de los árboles, ejemplo de los pinares y encinares de la Península Ibérica, da como resultado la aparición de una serie con gramíneas, y seguidamente una fase arbustiva en las que dominan los Cistus y Rosmarinus.
La fase del bosque
En la fase arbustiva las condiciones del suelo han tendido ya a homogeneizarse, con lo que se facilita el paso a la fase siguiente, constituida por el bosque. La implantación del bosque se hace según sean las condiciones ambientales de suelo y drenaje. Así, no será lo mismo la implantación de un bosque tropical, que la de un bosque mediterráneo, o un bosque típico del norte de Europa.
Cuando se ha alcanzado el clímax, puede seguir existiendo competencia, pero ésta permanece equilibrada
Por otra parte, en el bosque es preciso distinguir niveles en el poblamiento. En la mayoría de los casos existe un estrato herbáceo generalmente resultado de la acción del hombre por quema del sotobosque arbustivo, que es el que domina.
En la parte de los bosques mediterráneos son frecuentes las especies citadas anteriormente, Cistus y Rosmarinus entre otras. Por el contrario, en los fagales, más típicos de climas continentales, el estrato bajo lo constituyen helechos y, en otros casos, Erica o brezos. Por este camino hemos llegado a la clímax final, en la que dominan lo árboles.
La fase climácica
La fase climácica puede ser alcanzada por distintos caminos, según las condiciones ambientales, y en tal caso se reconoce la convergencia resultado de unas condiciones imperantes que, aun partiendo de orígenes distintos, han conducido la serie hacia las mismas formas de equilibrio dinámico.
Estas asociaciones de tipo clímax son muy variadas y pueden asimismo tener dentro de ellas pequeñas microasociaciones o enclaves en puntos en los que por las especiales condiciones del suelo o del ambiente, orientación, etc., es posible la existencia de un microclima fruto asimismo de una microsucesión. Estos elementos son importantes no sólo para conocer la exacta tipología de la zona, sino porque contribuyen a dar variedad y mantener la señal de formas diferenciales entre diferentes clímax.
Una vez alcanzado un tipo de asociación clímax, aunque continúe la competencia, la comunidad vegetal permanece equilibrada interna y externamente. Sólo un agente de tipo catastrófico u otro cualquiera de los anteriormente comentados (por ejemplo las actividades humanas), son capaces de alterar esta situación y dar lugar a la aparición de una nueva línea de sucesión, una nueva serie, y en consecuencia evolucionar de nuevo hacia la clímax de equilibrio.
En las regiones avanzadas y trabajadas por el hombre es frecuente que no sea posible alcanzar un estado de clímax vegetal, y entonces, aunque la comunidad existente se mantiene, en apariencia, equilibrada, lo es por la continuada presencia de una fuerza ajena a ella, como es la acción del hombre, por ejemplo a través de la agricultura.
La acción del hombre, por ejemplo mediante la agricultura, impide que se alcance el clímax vegetal
En tales casos, estas asociaciones que no han llegado al estado de clímax se conocen con el nombre de subclímax. Son frecuentes especialmente en las zonas cultivadas y en las que bordean a las mismas, donde la acción de los cultivos mantiene estacionaria una situación en realidad evolutiva.