ECOLOGÍA – HISTORIA – DEBATE SOBRE EL CRECIMIENTO CERO

Precisamente porque el progreso de la humanidad se concibió, a partir de la revolución industrial, en términos de crecimiento económico, es lógico que el debate sobre sus consecuencias se exprese en los mismos términos.

Es aquí donde los economistas que tuvieron amplitud de miras e interés en las repercusiones ecológicas, jugaron un importante papel en el debate.

La generación del debate

Ya en el siglo XVIII, Malthus se opuso al optimismo no sólo de los economistas liberales, como Adam Smith, sino incluso de los utopistas al estilo de Godwin, generando el gran debate sobre la población. Más tarde, los precursores de la ecología y padres del evolucionismo, Charles Darwin y Alfred R. Wallace, insistieron también en los problemas de la superpoblación y la consiguiente penuria de alimentos para las especies excesivamente prolíficas.

A finales del siglo XX el debate cobró una nueva dimensión porque, como consecuencia del desarrollo industrial, la problemática de la alimentación se ha transformado en la del progresivo agotamiento de los recursos naturales. Los economistas con sensibilidad ecológica han sido los primeros en percatarse de que el crecimiento económico indiscriminado comporta necesariamente la reducción de los recursos no renovables.

Kenneth E. Boulding utilizó en 1966 la gráfica expresión de que la Tierra es como una «nave espacial», con unos recursos limitados que deben ser utilizados de modo racional y moderado para asegurar la supervivencia de la humanidad. A partir del convencimiento de que vivimos en un mundo finito, a la filosofía económica basada en el crecimiento exponencial (al estilo de la escuela estadounidense del Instituto Hudson) va oponiéndose otra que no sólo preconiza un crecimiento demográfico cero, sino también un crecimiento económico.

Especial resonancia del debate tras los informes del Club de Roma

En 1972, el debate sobre el «crecimiento cero» tuvo especial resonancia, debido a la publicación de dos obras significativas: el informe del Club de Roma, denominado Los límites al crecimiento la carta Mansholt, edición de la que Sicco Leendert Mansholt envió, con fecha 9 de febrero, al presidente de la Comunidad Económica Europea, Franco María Malfatti.


La problemática de la alimentación y el progresivo agotamiento de los
recursos naturales, cobró una nueva dimensión a finales del siglo XX.

Los límites al crecimiento recoge el primer volumen de los trabajos realizados en el System Dynamics Laboratory del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technolgy: MIT), bajo la dirección de Dennis L. Meadows, por encargo del Club de Roma, presidido por Aurelio Peccei. El trabajo se basa en la teoría de la dinámica de los sistemas de Jay W. Forrester, que preconiza, incluso para mejor comprender y prever las estructuras sociales, la elaboración de adecuados modelos capaces de ser tratados por computadoras.

Después de varios trabajos preparatorios sobre dinámicas industrial (1961) y urbana (1969), Forrester publicó el modelo World-2 en su obra Dinámica mundial (1971). El modelo World-2 trataba de definir y prever la realidad mundial basándose en un sistema de 45 ecuaciones básicas relacionando seis sectores fundamentales: población, inversión de capital, espacio geográfico, recursos naturales, contaminación y producción de alimentos.

Siguiendo la misma metodología de Forrester, el equipo de Dennis L. Meadows preparó un nuevo modelo, World-3, con 77 ecuaciones básicas que relacionan cinco variables fundamentales: población, producción agrícola, recursos naturales, producción industrial y contaminación. World-3 demostraba que la actual tendencia del mundo llevaba inevitablemente a un colapso que debería producirse antes de un siglo, provocado principalmente por el agotamiento de los recursos naturales. Para remediarlo, proponía siete medidas correctoras a iniciar desde el año 1975, basadas fundamentalmente en la reducción de la producción industrial, la reorientación de las actividades humanas hacia los servicios educativos y sanitarios, la mejora en la producción de alimentos básicos y el fomento de una política de reciclado de los residuos.

La Carta Mansholt

La Carta Mansholt es el primer comentario autorizado del informe del Club de Roma. Además de las variables analizadas por el MIT, Mansholt incluye nuevos sectores «políticos», tales como la democratización de la sociedad, las relaciones entre los países más o menos desarrollados económicamente, la igualdad de oportunidades y el sentido humano del trabajo.

Las estrategias preconizadas por Mansholt corresponden a las propuestas por el equipo de Meadows, aunque incluyen acciones políticas que los investigadores del MIT eludieron deliberadamente, como, por ejemplo, instaurar una reforma aduanera en favor de los productos no contaminantes y reciclables y la necesidad de un Parlamento supranacional con plenos poderes (como mínimo, a escala europea). Mansholt insiste también en la necesidad de sustituir el culto al producto nacional bruto, como máximo exponente del desarrollo, por lo que él llama la «felicidad nacional bruta», siguiendo ideas que ya fueron anteriormente expuestas por economistas como Paul A. Samuelson y Jan Tinbergen.

El primer informe del Club de Roma provocó numerosas críticas, entre las que destaca la del equipo interdisciplinario de la Universidad de Sussex, constituido por H. S. D. Cole, C. Freeman, M. Jahora y K. L. R. Pavitt, que discutió la validez del modelo World-3, precisamente debido al criterio de selección de las variables escogidas. También reconocían que en el informe del MIT adivinaban una intencionalidad política, a pesar de las declaraciones de sus autores, que convertía dicho estudio en un instrumento al servicio de los poderosos, preocupados por la progresiva congestión de las infraestructuras por la generalización del consumo a niveles masificados.

Otra crítica que reconoció el propio Mansholt en su Carta ya citada, era la de no considerar suficientemente las disparidades regionales existentes en el mundo. Sin embargo, no hay que olvidar que el estudio Los límites al crecimiento era el primero de los que confió el Club de Roma a distintos equipos de expertos internacionales.

En 1974, Mihahjlo Mesarovic y Eduard Pestel publicaron La humanidad en la encrucijada, nuevo informe que intenta analizar de modo más específico las diferencias de zona, dividiendo el mundo en diez regiones, según criterios políticos, económicos y culturales. Desgraciadamente, el trabajo no parece poseer el rigor científico que el tema requería.

A pesar de sus indudables lagunas, los informes del Club de Roma han aportado nuevos datos incuestionables sobre el progresivo deterioro ecológico, contribuyendo a acrecentar el interés por el uso de la informática en la investigación de los sistemas sociales. Por otro lado, el debate sobre el crecimiento cero está mejor centrado al plantearse de modo indiscutible el carácter finito de nuestro planeta, independientemente de la injusta distribución de recursos que pueda sufrir la humanidad.


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