Aula de Naturaleza educativa

ECOLOGÍA – EVOLUCIÓN – PROCESOS EVOLUTIVOS – 2ª PARTE

Coevolución o Evolución concertada (continuación)

Aunque no existe una línea divisoria bien diferenciada, se pueden establecer dos tipos de coevolución o evolución concertada: Coevolución antagonista y Coevolución cooperativa

Coevolución antagonista

La Coevolución antagonista o evolución concertada antagonista, es un proceso iterativo pero antagónico cuando se manifiestan las relaciones entre especies, por ejemplo entre una presa y su depredador, o un parásito y su hospedante. Los conejos introducidos en Australia a mediados del siglo XIX ilustran el ejemplo de evolución concertada entre parásito y hospedante: en 1859 un cazador inglés residente en Australia soltó un par de docenas de conejos en aquellas tierras, en las cuales eran especies extrañas. Con apenas depredadores, los conejos se reprodujeron por millones hasta límites increíbles, destruyendo todas las superficies vegetales que encontraban a su paso, y arruinando la economía de agricultores y ganaderos. Tras el fallido intento de envenenarlos, se introdujeron entonces zorros rojos europeos como depredadores, pero no fueron eficaces porque se especializaron en otro tipo de presas más pequeñas.


La plaga de conejos que se manifestó en Australia durante la segunda mitad del siglo XIX, y el posterior mixomavirus introducido en 1950, ilustra el tipo de coevolución antagonista.

En 1950 se introdujo un virus con conejos de América del sur, el mixomavirus, que provoca la mixomatosis, una enfermedad infectocontagiosa que afecta muy especialmente a los conejos, y que se transmite a través de mosquitos y pulgas. En un principio se demostró una gran virulencia, matando a todos los conejos infectados, pero durante tres décadas se comprobó que los conejos iban adquiriendo resistencia y recuperándose. A la vez, mediante estudios de laboratorio se observó que el virus había perdido virulencia, causando menos muertes.

Se confirmó así que tanto el parásito como el hospedador habían evolucionado; sin embargo, uno (el conejo u hospedador) lo había hecho en sentido de aumentar su resistencia, mientras que el otro (el parásito o virus) lo había hecho en un sentido inverso, hacia una virulencia menor.

El porqué se produce este tipo de evolución antagónica puede interpretarse en el sentido siguiente: cuando el virus comenzó a distribuirse por primera vez aún no se había producido su verdadera adaptación, es decir se trataba de una adaptación imperfecta, porque los conejos morían tan pronto quedaban infectados, no dándoles tiempo a contagiar a otros individuos. En base a esto, la selección natural estaría favoreciendo que las cepas menos virulentas se perpetuasen.

Coevolución cooperativa

La Coevolución cooperativa se manifiesta en determinadas asociaciones, y en variadas relaciones adaptadas entre diferentes especies en las que ambas obtienen un beneficio. Por ejemplo, las larvas de muchos lepidópteros (como muchas especies de mariposas azules) son cuidadas por las hormigas contra el ataque de determinados parásitos, y a su vez las larvas segregan un líquido del que se alimentan las hormigas. Aquí se da una coevolución cooperativa coordinada, en donde las hormigas y las larvas adaptan su comportamiento en beneficio mutuo.

 
Algunas semillas han desarrollado adaptaciones cooperativas para conseguir su dispersión. 1-Arce, 2-Diente de León, 3-Olmo. Sobre estas líneas un Agarramoños.

Otras formas de coevolución cooperativa tiene múltiples ejemplos entre el mundo animal y vegetal. Así, en la polinización se dan adaptaciones donde numerosas plantas y animales cooperan para conseguir sus propios objetivos, como los de reproducción o alimentación. Se distingue la capacidad evolutiva de las plantas para desarrollar sistemas de atraer a los animales polinizadores, tales como formas, olores y llamativos colores. Los animales que son atrapados en el esplendor que se les ofrece, reciben el néctar como premio a cambio de distribuir o entregar el polen, el cual queda asido o es desprendido de su cuerpo mediante mecanismos que las plantas han diseñado para esa función.

Otros vegetales disponen de adaptaciones espectaculares, en forma de diversos dispositivos con la finalidad de perpetuarse a sí mismos. Por ejemplo, algunas semillas han conseguido desarrollar alas que les faculta para desplazarse mediante la acción del viento; o espinas u otros métodos de sujetarse al pelo de los animales; o sustancias pegajosas (como el muérdago, que es parásito de los robles) que se adhieren a otros árboles parásitos cuando los pájaros frotan el pico en ellos; todo esto con objeto de conseguir el transporte que no pueden realizar por sí mismos.

Coevolución por mutualismo

El mutualismo es otro ejemplo coevolutivo en el cual dos o más especies mantienen una relación simbiótica, y por tanto necesaria para la supervivencia de ambas. Tal es el caso de las micorrizas, unos hongos que se mantienen adheridos a las raíces de determinados árboles, como robles y coníferas.

Estos hongos, entre los cuales se encuentran muchas setas comunes, necesitan del árbol al que están unidos para obtener la energía que sólo él puede suministrarles, y que no podrían recibir y sintetizar por sus propios medios. A cambio, el árbol puede obtener más fácilmente los nutrientes del sustrato, a la vez que mantiene sus raicillas protegidas de algunas enfermedades. Tanto unos como otros se necesitan mutuamente para desarrollarse y sobrevivir.


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