Aula de Naturaleza educativa

CONSERVACIÓN – BIODIVERSIDAD – CONSERVACIÓN DE LA BIODIVERSIDAD – 2ª PARTE

Evaluación del estado de conservación de la biodiversidad

Establecer un estado real de conservación de la biodiversidad actual es complicado pues la mayor parte de las especies del planeta, especialmente vertebrados, se encuentran sin evaluar.

Como ejemplo, se ha estudiado una parte apreciable entre varios miles de especies de aves, alrededor de la mitad de los mamíferos, y una pequeña parte de plantas superiores, moluscos e insectos (estos últimos el grupo más numeroso de la Tierra). En estas condiciones, si no se cuenta con datos obtenidos mediante observación directa, es preciso recurrir a las hipótesis en base a lo ya conocido para evaluar si existe o no un agotamiento de la biodiversidad.

Métodos de evaluación de la biodiversidad

Científicamente no existe un método convenido para medir o evaluar la biodiversidad, aunque se ha estimado una jerarquía biológica de tres niveles: genes, especies y ecosistemas. Así, la estructura organizativa del mundo biológico comienza por las moléculas indispensables para la vida, pasa por la diversidad de especies y finaliza con los ecosistemas en que se desarrollan esas especies, a cada nivel con una complejidad creciente. Precisamente, esa complejidad de diversidad biológica que se manifiesta en los diferentes niveles, es la causa de que no exista una medida única de evaluación. Por motivos funcionales se toma generalmente como referencia la diversidad de especies, y se aplica como constante para cualquier estudio de biodiversidad que se pretenda evaluar.

En la práctica, los conservacionistas y ecologistas asumen la especie como la unidad que mejor identifica los organismos en estudio. Esto es así por la facilidad para disponer de muestras de organismos en determinadas zonas o regiones (a menor extensión menor error de evaluación) y calcular el número de especies que las pueblan (riqueza de especies), que resulta aun más sencillo conforme los organismos estudiados sean más evolucionados, ejemplo de los mamíferos y aves. El cálculo sobre la riqueza de especies de una zona determinada podría estimarse como una medida aceptable de su biodiversidad, y de la misma forma establecerse una comparación de este valor con los obtenidos en otras zonas.


En la práctica, los conservacionistas y ecologistas asumen la «especie» como la unidad que mejor identifica los organismos en estudio

La riqueza de especies, a pesar de ser una medida sencilla de operar, posee no obstante limitaciones cuando se trata de evaluar la biodiversidad entre grandes áreas o países. Además, la singularidad o rareza de una especie también son criterios a tener en cuenta cuando se estudian comunidades o ecosistemas, por lo que la especie se tornaría como una medida incompleta para valorar todos los aspectos de la diversidad biológica.

Importancia de conservar la diversidad de especies

La especie como tal podría tener una importancia ecológica fundamental en el mantenimiento de la diversidad. Algunas especies se pueden calificar como claves por la importante función que desempeñan, o más aun pueden ser vitales dentro de una comunidad para la diversidad de otras especies dentro de ella.

 
Un ejemplo de la acción local sobre la biodiversidad que pueden tener los árboles, es el refugio y recursos que ofrecen a muchas especies animales y vegetales.

Tanto en especies animales como vegetales, se distinguen algunas con funciones fácilmente reconocibles dentro de las cadenas tróficas, por ejemplo determinados animales polinizadores como las abejas, pero también organismos edáficos encargados de la descomposición de la materia, o los animales que se encuentran en el nivel trófico más alto, es decir los depredadores.

Es clarificadora la acción local sobre la biodiversidad que pueden tener los árboles. Muchas especies animales y vegetales progresan gracias al refugio y recursos que proporcionan las superficies arbóreas. Las aves nidifican en sus ramas o troncos y se alimentan de sus frutos, también muchos herbívoros encuentran alimento bajo la cobertura de los árboles; igualmente los epífitos (plantas aéreas no parásitas) pueden fijarse en lo alto de los árboles y alimentarse de la luz, humedad y partículas de polvo ambiental que capturan y absorben mediante hojas especializadas; y un buen número de especies que viven y evolucionan gracias a los árboles, parásitos, musgos, micofitos, hepáticas, etc.


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