Aula de Naturaleza educativa

ACTIVIDADES ECOLÓGICAS – VIVIR LA MAR – LOS MARINEROS Y SU DEVOCIÓN A LA VIRGEN DEL CARMEN – 1ª PARTE

Introducción

Todas las profesiones suelen tener un patrón o patrona cuya festividad celebran en algún día determinado. Los marineros festejan a nuestra Señora la Virgen del Carmen, y lo hacen con un fervor especial, tal vez por las características propias de su trabajo, sometido en muchas ocasiones a situaciones extremas de la mar.Hay cuatro marinas que tienen a la Virgen del Carmen como su patrona: la Marina Deportiva y de Recreo, disfrutando del mar desde una perspectiva de ocio y competición; la Marina Mercante, transportando pasajeros y mercancías entre los puertos marítimos del mundo; la Marina de Pesca, arrancando los frutos de las entrañas del mar, casi siempre con gran sacrificio, no sólo físico, sino también en coste de vidas humanas; y la Marina Institucional (militar, Guardia Civil del Mar, Servicio de Vigilancia Aduanera…), cuidando de todos ellos, prestando ayuda humana o material, protegiendo las reservas biológicas, o garantizando que todas las demás marinas puedan desarrollar sus actividades en paz con nuestros vecinos.

Pero, ¿quién es la Virgen del Carmen, y porqué los marineros le profesan tanta devoción? Antes de introducirnos en la figura de la Virgen, conozcamos su historia y mitología:

Antecedentes histórico-mitológicos

El nombre Carmen procede de Carmelo, un monte situado en Haifa, una población del norte de Israel, en Galilea. Está enclavada en una cordillera situada sobre el Mar Mediterráneo, y su nombre en hebreo, Karmel, significa «viñedo de Dios», pues era esta una zona muy fértil cubierta de viñedos y vegetación. En el siglo IV a.C., un filósofo llamado Lamblichus describió el Monte Carmelo como «el más santo de todos los montes». La palabra transcendió sus fronteras, y así, en España, está representada en Granada por los famosos «Cármenes», unos espacios públicos o privados, cerrados, en parte huerto y en parte jardín.

En el monte Carmelo se inició la devoción a la Virgen del Carmen. En los capítulos 17 al 21, Libro Primero de los Reyes, de la Biblia, se describe la vida del Profeta Elías (año 850 a.C.). En ellos hay una cita que dice que las gentes de aquellas tierras de Haifa eran paganas, y adoraban al dios Baal. Elías, que predicaba los mensajes de Yahvé, ante una pertinaz sequía les propuso organizar un sacrificio en la ladera del Monte Carmelo, cada cual rezando a su respectivo Dios, con objeto de invocar la lluvia que hacía tres años que no aparecía. Los seguidores de Baal sacrificaron un novillo en medio de oraciones, pero sin obtener respuesta. Por su parte, Elías y sus acompañantes también tomaron otro novillo, y dice la leyenda que al poco tiempo fuego y grandes truenos cayeron sobre el altar que erigieron para el sacrificio. Los seguidores de Elías subieron a la cima de la montaña, y desde allí observaron que una pequeña nube ascendía desde el mar. De pronto se oscureció el cielo con nubes, arreció el viento y se hizo presente una lluvia abundante. En esa nube, la iglesia quiso reconocer la imagen anunciadora de la Virgen María, pues aun faltarían casi 900 años para su nacimiento.

Desde entonces muchas personas se reunían en el Monte Carmelo para orar y hacer penitencia, e incluso seguir una vida eremita. Estos religiosos que mostraban tanta devoción erigieron un templo en esa montaña, y la gente comenzó a llamarles los Carmelitas. Esa forma de vida y oración continuó mucho más tarde, a partir del siglo III, siguiendo el modelo de Jesucristo. Ya en el siglo XII, unos devotos de Tierra Santa escogieron a la Virgen María como su patrona, e instalaron en el mismo valle de sus antecesores la primera iglesia dedicada a Santa María del Monte Carmelo. Esta fue la cuna de la Orden de los Carmelitas, y el nacimiento de la advocación a Nuestra Señora del Carmen.

Uno de los célebres monjes carmelitas fue San Simón Stock; el sobrenombre «Stock» (en inglés «tronco») es debido a que, según la tradición, vivió muy austeramente durante 20 años en el interior del tronco de un roble. Simón, gran devoto de la Virgen, siempre le pedía un privilegio para su orden religiosa. Tras numerosas súplicas, un 16 de julio de 1251 se le apareció la santísima virgen, entregándole con sus propias manos el escapulario, hábito que pasaría a ser su distintivo.


Imagen de San Simón Stock Cortesía de: http://carmelnet.org

Este símbolo prometía ayudas muy especiales a quien lo portase como un acto de devoción a la Virgen, así como deseo de conversión a una vida más santa. A partir de esa fecha, la congregación de los Carmelitas adopta la conocida figura de la Virgen del Carmen: La Madre y el Niño aguantando el escapulario.


La Madre y el Niño aguantando el escapulario, es la figura adoptada por la congregación de los Carmelitas a partir del año 1251

En el siglo XVII, el Papa Pablo V fijó el 16 de julio como la fecha para la festividad de Nuestra Señora la Virgen del Carmen.


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